Te presiento en las lágrimas del tiempo
En la senda oculta de tus pasos
Te presiento en el crepúsculo de mi ocaso
En el deseo inerme de la eternidad anónima
Te presiento en las esclusas de la noche
En las pisadas de tu andar ambiguo
Te presiento en la mirada muda de tu ausencia
Más que nada en la inopia de mis sueños
Finalmente, te presiento anclada
En las aguas púrpuras torrenciales de mi ser
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