miércoles, 11 de julio de 2012

FILOSOFÍA DE VIDA




La humildad siempre ha estado en mí. A veces he querido
ser arrogante y vanidoso para ver qué se siente; pero ello me dura poco. Hay algo en mi ser que  reclama y vuelve a mi estado inmanente, a mi naturaleza intrínseca como característica esencial sin la cual pareciera andar desabrigado y despojado de mis naturales sentidos; esto es, como si perdiera mis inherentes y congénitos radares.
        Ser humilde no es sinónimo de servilismo, sumisión o rendimiento, es, más bien; virtud natural de comportamiento, guía de los actos pues la arrogancia y soberbia no conducen sino a la soledad y alejamiento de nuestro entorno familiar y mejores amistades.
En la humildad descansa la sabiduría y la trascendencia como poción de felicidad; pero sobre todo en conocerse a sí mismo, limitaciones y debilidades...





Elieser Wilian Ojeda Montiel

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BODAS DE ORO

BODAS DE ORO

Soy de ti, tú eres de mí así