La humildad siempre
ha estado en mí. A veces he querido
ser arrogante y vanidoso para ver qué se siente; pero ello me dura poco. Hay algo en mi ser que reclama y vuelve a mi estado inmanente, a mi naturaleza intrínseca como característica esencial sin la cual pareciera andar desabrigado y despojado de mis naturales sentidos; esto es, como si perdiera mis inherentes y congénitos radares.
ser arrogante y vanidoso para ver qué se siente; pero ello me dura poco. Hay algo en mi ser que reclama y vuelve a mi estado inmanente, a mi naturaleza intrínseca como característica esencial sin la cual pareciera andar desabrigado y despojado de mis naturales sentidos; esto es, como si perdiera mis inherentes y congénitos radares.
Ser humilde no es sinónimo de
servilismo, sumisión o rendimiento, es, más bien; virtud natural de comportamiento, guía de los actos pues la arrogancia y soberbia no conducen sino a la soledad y
alejamiento de nuestro entorno familiar y mejores amistades.
En la humildad descansa la sabiduría y la trascendencia como poción de
felicidad; pero sobre todo en conocerse a sí mismo, limitaciones y
debilidades...
Elieser Wilian Ojeda Montiel
Derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario