https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAZTdQZVeE0Pn4F_OdcFyExU2YivJoUfj1q-xOe7hCQ-UqW17bqq3vnYuqftarSPwEx_LrrdvHoal0BtsZlHZDV-tofuP3yiqjKn_08IAm7QSHRAA_45rDvMbrqPlSXJZEs9dkq2ptx140/s1600/Flores-monta%25C3%25B1as-y-lago.jpg
Ver aquel mágico, hechizante
vergel puede no ser
percibido por algunos como espectáculo único e insuperable
de encantamiento, estimación al sentido de la vista. Aquella floración de irreverente
delicadeza es de prístina hermosura.
Quizá la
evidencia de tal exhibición de la madre tierra sea mostrar su natural
enamoramiento; desgraciado olvido de nuestra precaria finitud. Disfrute, sosiego espiritual por sus lienzos de
quintaesencia de su maltratada, injuriada; pero todavía redimible natura
matriz.
Aquel seductor,
asombroso macetero multicolor se extiende por toda la explanada al pie de sus
enhiestas, albas montañas. Besa las dulces, gélidas y plácidas aguas de
inmutable lago de búmeran figura; destruye, en estática quietud el irrefutable pensamiento
griego. Argentada marisma, luna encanecida nigromántica; embrujado valle morada
de artemisa desnudez.
Mi columbro de ignaro ser agrede la
floricultura primitiva esplendente; unánime multitud variopinta de espectrograma
natural.
Solo basta mi observancia para
salvarme de tan floral incultura.
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