Yo sé de
las lágrimas vertidas
En tus
años de primavera,
Por la
nubilidad de la espera, del astro de tu ser (?)
Yo sé de
las quejas de tu alma
Tanto
como las de tu cuerpo.
De las
de tus noches de blanco satén
Entre
sábanas impolutas de inocencia perdida.
Yo sé de
los gemidos de tus más puros dolores
De mujer
por los amores acaecidos
Con un
solo hombre; por los hijos
De su
simiente, por la razón de tu existir.
Yo sé de
los Derechos Civiles de tu destino
Al otro
lado del mundo, de la entrega de tu niñez,
De las
costumbres odiosas de tu sociedad,
Del
machismo pervertido de tus castas.
Yo sé de
tu santidad de mujer,
De tu
inefable resistencia irrenunciable,
De la
entrega forzada en tu desquiciado mundo,
De tu
abolida elección de autonomía.
Yo sé de
ejecuciones inhumanas, de lapidaciones
Crueles,
impasibles. De leyes tutelares de hombres
De costumbres
impropias al cambio de los tiempos,
De
crueles dioses de épocas remotas.
Yo sé de
tu rostro anónimo,
De tu
andar incógnito entre multitudes.
Yo sé de
tu tristeza obvia encriptada en el imaginario
De la
cultura de tu pueblo.
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