Entre ellos la ciudad fantasma. La distancia era
espantosa para seres tan minúsculos.
Un
leve, pero tenue, sombrío resplandor acompaña una especie de morbosa nube; deja
columbrar algunas edificaciones todavía de pie.
Sus
pequeños cuerpecitos, unidos en cándida actitud siamesa se intuyen en reposo
sobre un agostado, corpulento trozo de árbol con la incertidumbre espantosa de
sus rostros por la fatal e ineludible desunión de injertos ocasionales:
segregados seguirán vidas divergentes.
Aquel
dúo de seres diminutos, en medio del inmenso campo sementera de cadáveres, eran
estrellitas en ocaso al reflejo de destellos fortuitos. Sus absortas y bifurcadas
miradas, vértice de sus pequeñas cabecitas; Observaban un horizonte “distante”,
disímil futuro peregrino.
La
maligna lluvia dejó el espacio totalmente herido, marco de oscurecidas y raídas
lápidas del tiempo.
Eliéser Wilian Ojeda Montiel
Derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario