Por un puñado de
dólares
Como notas
de vidas discordantes en secuencia
Domeñado por
su mismo homónimo.
De mudanzas vagas y hogares
diversos,
Fundaba en
el tiempo estancias disfrutadas con porfía
En las
horas inermes del ocio permitido,
Que las
obligaciones del sistema atesoran
Como
derechos comprados.
No he sido
hombre de hogares sedentarios.
Una
inmanencia de residente nómada
Penitente,
eso sí, con mi familia acuesta
Guiaba mi
vivir entre compases,
Que al unívoco
pensar con mi consorte
Nos acogió
la paz andina
Con pasos
bucólicos acertados de Don Tulio.
Ya se solazaba
mi espíritu errante
A la
lentitud placentera incuestionable
Con días
de precaria agitación ninguna,
Al hábito
idiosincrático del entorno propio
De la
somnolencia del frailejón atento
En el
pueblo que alardea del azul de sus montañas,
Que abrazando
el logrado sueño de una morada exquisita
El
silencio enmudecido se potencia en una paz irreverente.
Ahora debo
deshacerme de mi hogar
Por un
puñado de dólares.
La edad y
la pandemia juegan en mi contra
Y de mi
compañera de vida.
El Estado
opresor inauguró servicios indóciles
Y el
nómada hibernante que habita en lo profundo de mí ser
Despertó
del sueño anquilosado
De una larga
estación que creía sempiterna.
Nuestra solitud paramera a cambio de seguridad y compañía
En los
años más endeble nos espera.
El Ávila
será, de nuevo, en el rastrojo de nuestras vidas
Telón
orlado en la plástica de Cabré.
Ello no me
incomoda, amo a Caracas,
Parece que
nací allí aunque no lo sea.
Me abrigó
cuando más lo necesitaba
Pues arribé
a ella en huacales de campo.
Yo la
había alojado en mi corazón
Desde que
la vi en almanaques, y postales
De
suspiros hasta hacerla mía.
En lo alto
dejo mi choza al mejor postor, y
Al mazo
del subastador.
EWO, Montiel
No hay comentarios:
Publicar un comentario