Una lluvia precaria, como lira, arrulla la pradera; y el cintillo multicolor
encaja en los crespos de follaje como cintillo de la niña virgen.
El valle suspira con la fragancia de una flora exótica, las aves saludan la mañana con trinos alegóricos de un edén oculto.
Las ninfas, moradoras de fuentes cristalinas, habitan nenúfares danzantes al arrullo de melíferos insectos y hadas mariposas.
Un castillo de leyenda asoma entre barbechos, y algodones vaporosos matizados por un haz madrugador y peregrino.
En la angostura, cabalga un hada misteriosa sobre un unicornio albo, vigilante unánime de una paz de tiempos añejos.
Criaturas fantásticas sobrevuelan oteando el nivel de Poseidón; y una luna trasnochada gime la partida de Hécate.
En el bosque brumoso, Merlín trasunta las veredas galopadas por Atila en follajes de fábulas perdidas.
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