domingo, 18 de diciembre de 2022

DIOS, PODER E INTERESES

 

Dreamstime


Si crees que pensar en demasía

te produce dolores de cabeza,

no lo hagas, no es para ti.

Déjate arrastrar por tus creencias,

costumbres, ideologías, doctrinas y

dogmas ortodoxos.

Con ello contribuyes a incrementar

tu mediocridad intelectual y

tu servilismo.

(EWO, Montiel)

La verdadera educación está

En la formación

De una capacidad crítica

De libre pensador.

(EWO, Montiel)


Un creyente es un pájaro enjaulado;

Un libre pensador

Es un águila

surcando los cielos.

(Robert, G. Ingersoll)

 

Dios se puede identificar como entelequia; es decir, “ser que tiene en sí mismo el principio de su acción y su fin”. Podríamos argumentar diciendo que es autosuficiente y absoluto según

las diferentes doctrinas religiosas; que no depende de nada, de nadie ni tiene relación con otro alguien ni algo.

Entonces es un dios con el que, físicamente, no se puede dialogar ni exponer quejas, solo queda la posibilidad del coloquio interno del hombre consigo mismo, con su intimidad personal. Vale decir, con su propia y creyente fe; hacer catarsis de sí mismo pues nadie bajará del cielo para resolver sus penurias y carencias más inmediatas.

Me podrían argumentar que ese ser es Dios y yo podría aceptarlo sin reproches. Y es aquí donde comienzan los peros pues yo podría asimismo replicar, que un ser interesado y Libre Pensador en sus especulaciones filosófico-metafísicas iniciales de los primeros tiempos, se le ocurrió la creación de una deidad absoluta dado sus particulares intereses terrenales y asignarle atributos ‘divinos’; palabra esta igualmente sacralizada por dilecta conveniencia material de intereses de grupo.

Pero de la misma manera el creador de tal divinidad abstracta e invisible adjudicó al hombre el ‘libre albedrio’. Posición un tanto acomodaticia como forma de encubrir los poderes físicamente inexistentes de ese dios, e imposible de aplicarlas directamente por ser asimismo un dios precario de tales cualidades transferidas luego por ‘ley divina’ a sus representantes terrenales, quienes así lo asumieron desde los inicios de la aparición de las primeras civilizaciones y ciudades-Estado en el Medio Oriente (Sumeria, Babilonia…); y el surgimiento posterior de gobiernos absolutistas representados por la religión cristiana en las monarquías europeas.

Desde otra perspectiva había que poner, de alguna forma, orden al caos inicial del mundo y nada mejor que inspirar el temor y la furia de tal divinidad ejemplificado en los fenómenos naturales ocasionalmente venidos a propósito, evidenciado en las primeras civilizaciones de aquellas ciudades-Estado antes mencionadas.

De tal forma que las primeras religiones, su variedad de dioses y primeros sacerdotes presentan la acreditación de ordenar la vida civil de las primitivas civilizaciones bajo los primeros regímenes teológicos, devenidos de sus intereses y preservación lógica.   

Pero, por otro lado, los castigos físicos y opresiones al hombre devenidos de su ‘libre arbitrio’ quedarían en manos de quienes se habían subrogado el poder de un dios exclusivo Motu propio.

Así, el hombre comenzó por asociación e inducido por sus primeros gobernantes religiosos a temer a ese dios o dioses, unido a la iconografía religiosa necesaria a propósito de un dogma religioso de intereses; de espacios divinos y sagrados de felicidad como el paraíso eterno; pero asimismo de horror representado en el infierno ya que esto era necesario a un ser como divinidad incapaz, no interviniente, de manera directa  en la vida particular del hombre pues no le podía castigar ni mucho menos premiar en sus actos cotidianos de vida; esto le sobrevendría a través de la justicia divina, autoridad o imperio en manos del poder teológico del hombre en la tierra a través de los gobiernos pues emana de aquel dios. Infierno y paraíso son, además, sobremesa de los malos o buenos actos de vida en el hombre.

Entonces los primeros gobiernos sobre la tierra aparecieron con los dogmas religiosos. El hombre quedaría sometido así a estos y a los ‘representantes’ de Dios en la tierra; a la obediencia ciega bajo amenaza o riesgo de ex comunión; penitencias religiosas; morales o físicas cuando sus actos contravinieran el statu quo poniendo en peligro los intereses de poder. Siendo tal mandato o facultad el primer derecho natural, físico y moral conocido devenido del primer cargo de un ser humano por mandato “divino”.

Por otro lado, lo pluridimensional no es una cualidad que le adorne a tal dios y el carácter de justo no le es propio, no se adecúa a su condición ontológica ya que no juzga a nadie en vida que es donde más se necesita su reprimenda, sanción; vida terrenal con su infierno y paraíso. Realidad incuestionable adicionalmente complementada con los conceptos antes aludidos.

De tal forma que ese dios solo es un tipo de ente ideal y perfecto que existe en la imaginación de quien así lo asume, es también de su libre arbitrio su propia fe; pero es asimismo este “libre albedrío” para dicho dios actuar como un Pilatos cualquiera en los asuntos de la vida diaria del hombre; es decir, hacerse de la vista gorda y de sus necesidades más apremiantes. Pero cómo puede ser esto si la función principal de un padre es esa: juzgar los actos buenos o malos de sus hijos premiando o castigando sus acciones en vida.

Por otro lado, pensar que hasta los ateos, agnósticos y libres pensadores tienen en su mente la idea de Dios es algo razonable. La generalidad de los humanos hemos sido criados bajo los mismos valores en distintas religiones; de manera que la internalización de tal valoración en la cognición del hombre no es de la semana pasada, esta viene de más de 3500 años a. C., aunado a los 2022 años de era cristiana de insistente enseñanza, que ya forma parte del ADN mental del hombre. Es una idea internalizada en el subconsciente de los primeros hombres y sus primeras civilizaciones que temen, además, a los fenómenos naturales venidos desde lo alto de sus cabezas, desde el cielo, como parte de ese dios. Cobardía psíquica esta general de grupo, aprovechada por las propias religiones como manifestación de un dios enojado y enfurecido trasmitida, así, al hombre por herencia de tantos años y absorbida por sus ADN como hechos y costumbres tradicionales, formalizados estos fenómenos en dogmas con la idea posterior de un dios que diera regencia a los intereses personales de los detentadores del poder y del propio Estado.

Así que no es fácil deslastrar de nuestras mentes una expresión coloquial salida de nuestras bocas en ocasiones, aunque no lo queramos bajo convicciones opuestas, pues ha sido un trabajo psicológico arduo y persistente afianzado e inducido en el temor bajo distintas iglesias y/o religiones, con sus denominaciones variopinta de dioses administrados asimismo por tan variadas doctrinas en 5522 años de lavado cerebral.

Expresiones como: ¡Dios mío!, ¡por Dios!, ¡Dios bendito!, 

¡perdóname Padre!, ¡Madre purísima!, ¡Madre de Dios!, ¡Válgame Dios!... son el producto de un trabajo de fundación intencional e internalización de rumiante ‘machacado’ mental y anímico cognitivo, necesario a los fines de implantación de tales dogmas ortodoxos; locuciones a flor de labio en el ser humano como respuestas automáticas de temor a la amenaza de sus vidas, y a la carencia de distintas necesidades de subsistencia como de requerimiento religioso en la búsqueda de cumplidos y satisfacciones por parte de ese dios, sobre las que el cerebro ya no requiere de un esfuerzo para su expresión; han sido inoculadas en nuestros cerebros al arsenal del simple automatismo humano, similar a los movimientos de las distintas extremidades de este.

 

EWO, MONTIEL


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BODAS DE ORO

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Soy de ti, tú eres de mí así