y un arrullo que adormece
lo que hay de humanal en mí.
¡Tú!, mujer, tienes encanto,
aire, fuego, vida,
esplendor…
Dame las tibias
inspiraciones
que sólo hay, allí, en tu corazón;
que sólo hay, allí, en tu corazón;
el aliento que tú respiras,
tus ilusiones, tu fe, tu amor.
tus ilusiones, tu fe, tu amor.
Y si por algo nos toman
meditabundos
en las horas tristes de la
expiación,
suspiraremos ¡ritmos
profundos!,
que han sido vida de nuestro amor.
que han sido vida de nuestro amor.
¡Te vi, mujer!, y,
aunque tú no lo sentiste;
aunque tú no lo sentiste;
en mi corazón te amé con
loca y profunda fe
que sólo hay en mi alma
triste.
Eliéser Wilian Ojeda Montiel
Derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario