Me extasío al ver los coloridos tonos, ver cómo los
matices ruborosos ondean el
espacio en lienzos de algodones. Vuelan sonrojados,
me saludan; y con una inefable sonrisa devuelvo sus benévolas querencias.
Extienden
sus manos húmedas golpeando suavemente mi revelado rostro. ¿A caso comprenderán
todo mi embeleso?, no me visitan todo el tiempo, ¿por casualidad?, me asisten
¿solo a mí? Pero cuando lo hacen me turban el alma, me subliman, me susurran alegrándome,
arrebatan mi existencia.
Me
seducen como la mujer más bella, me elevan decantando toda mi razón: vienen a
tener un diálogo conmigo, una diáfana e inefable conversación de filigrana
exquisita, de rocío y tiempo; de arco iris y espacio; de vuelo y paraíso
eterno; en fin…
Es
toda una voluptuosidad de un desnudo natural que exacerba mi espíritu.
Cuando
el blondo disco besa el acantilado en el límite marino los inexcusables,
alegóricos arreboles descienden presurosos sobre el piélago de encrespadas
reflexiones en la penumbra irrevocable.
Se
desdibuja en la frialdad la mágica paleta, el cerdamen hechicero del
espectacular Artista.
Eliéser Wilian Ojeda Montiel
Mérida, 20 de febrero de 2012
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