Ella me había dado su primera foto.
Como las tardes perladas
Ella me había dado los besos más dulces.
Como aquellos besos cuando se es un mozo,
cuando se es muy casto en cosas del
amor.
Ella me había dado sus primeras lágrimas.
Como el agua pura que en cruz de la
frente
el padre coloca al dar la ablución.
Ella me había dado su primera risa.
Como la alegría del niño
cuando se percata del mundo exterior.
Ella me había dado su primer abrazo.
Como la criatura cuando llega al mundo
buscando el regazo, buscando el arrullo
con el desespero de su boca en flor.
Eliéser Wilian Ojeda Montiel
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