Quizá lo más arduo para quien se inicia en producir su primer escrito con seriedad, sea cómo introducirse en el tema; esto es, la manera de iniciar su primer párrafo. Marcará todo su desarrollo, enfrentará esas palabras preliminares. Por su puesto el arte de la escritura, su competencia; requiere mucho más que una simple introducción...
Con ello quiero hacer honor al primer intento serio de una de mis hijas en este difícil arte de las letras. Vaya pues, a ella, mis más nobles y bien intencionadas felicitaciones. Helo aquí:
¿Qué se necesita?, apartando las obviedades para
perseverar en el tiempo: “eso”. Para no perder en los mezquinos minutos las
naderías. Nos da tanta complacencia al escucharlas, al sentirlas, al verlas; o
tan solo al pensarlas.
¿Cómo debemos manejarnos en el camino de la vida?,
para nuca padecer de “eso”. ¿Acaso existe algún elevado ser para decirnos
secreto semejante? Lo dudo.
¿Cómo
hacer con el hollín del tiempo y evitar nos opaque esa luz, perplejo en la
presencia prístina?, y el óxido de la distancia no carcoma la textura de “eso”;
no se esfume entre los dedos como el agua o la arena.
“Eso”
se exhibe siempre tan gracioso, tan pasible al regocijo; te dejas llevar por
él. Pero, ¡oh ironía!, la placentera convivencia acaba sumergiéndote en la
irremediable contrariedad.
Lo
malo de “eso” es ser testigo y cómplice, saber lo sobrevenido luego de “eso”. Más,
¿cómo lastima tanto y tan poco!, ¡cómo nos conmueve! ¿Es acaso vivacidad o tan
solo resignación a vivirlo nuevamente? Sentimiento escurridizo sin prisa, sin
dolor, sin lamentos, sin miedo… como la muerte cuando es pacífica.
Quisiera
no padecerlo ya nunca más; pero a pesar de mi juventud precedida no se siente
tan jovial mi corazón, no tan jovial mi alma.
Conozco,
ahora, la concesión de “eso”, y si no, cuando se revele nuevamente como bufón
con nuevas caras, con nuevos ropajes, con nuevos artilugios; me internaré en el
maravilloso mundo de "Alicia" esperando, esta vez, no salir tan mal.
Siento haber transitado ¡tantos caminos en tan
corto tiempo! Los sabios en derredor comentan mi largo sino por completar. Pero
mis manos se sienten húmedas, mis ojos secos, mi alma desgastada… todavía me
queda ¡más!
Pero
esta vez no me detendré si “eso”, nuevamente, se esfuma. Solo será una coma más
de ese largo texto de mí pretendida vida.
Marcia Elena Ojeda Mundo
Caracas, 31 de Mayo de 2012
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