viernes, 6 de octubre de 2017

El texto actual desde una síntesis social o de subjetividad de competencia cognitiva



El texto actual desde una síntesis social o de subjetividad de competencia cognitiva
Eliéser Wilian Ojeda Montiel[1]
http://coobis.com/es/b/18647                                                                              Liceo Bolivariano La Azulita
Resumen
Es indudable que el hombre ha dependido de la estructuración de su cognición para salir del oscurantismo salvaje primigenio desde su aparición sobre este planeta. Esa constitución única de su cerebro y racionalidad es una ¿suerte de animal bípedo?, o
¿condición innata? Como quiera que tal cualidad fuese una ventura manifiesta la misma lo ha catapultado más allá de lo inimaginable de su estadio natural primitivo, permitiéndole desplegar un abanico de actividades propias a su naturaleza de práctica tecnológica e intelectiva de saber inimitable.
Ese comprender gregario de su contexto primario cultural precario, itinerante en su desarrollo subsecuente, ha devenido en una síntesis social particular en que la adquisición del lenguaje ha pasado de una relación social oral a otra de subjetividad textual de competencia humana.

Palabras claves: Texto escrito, trascendencia subjetiva, síntesis social escritural, cognición, práctica tecnológica, comprender gregario, subjetividad textual.





Abstract.
It is undoubted that man has depended on the structuring of his cognition to leave the primordial savage obscurantism since its appearance on this planet. That unique constitution of your brain and rationality is a bipedal animal, or an innate condition? As such a quality is a venture manifests itself has catapulted it beyond the unimaginable of its primitive natural stage, allowing it to deploy a range of activities of its own to the nature of technological practice and intellective inimitable knowledge.
That gregarious comprehension of its precarious cultural context, itinerant in its subsequent development, has become a particular social synthesis in which the acquisition of language has passed from an oral social relation to another of textual subjectivity of human competence.

Key words: Written text, subjective transcendence, scriptural social synthesis, cognition, technological practice, gregarious comprehension, textual subjectivity.




1.            Los prolegómenos del texto
Acaso el inicio de este artículo se presente un tanto equívoco; mas no por las inferencias de nuestra cognición pues ello resulta más que obvio sino por las interrogantes que nos haremos e introduciremos más adelante como desarrollo de esta tesis.
No obstante, desde el punto de vista epistemológico es pertinente entrar en dicho estudio bajo algunas incertidumbres presentes en el ser humano cuando su percepción de la realidad lo desconcierta, como razones especulativas de nuestros planteamientos con las cuales iniciaremos dicho estudio para apercibir al lector de que no es un asunto por demás  evidente la adquisición del lenguaje; pero asimismo de la destreza de la escritura como parte del habla, de la habilidad textual como suplemento cultural de un sujeto herramienta necesaria y complementaria en el logro de una mejor calidad de vida.
Ello parecería irrebatible si consideráramos las diversas investigaciones referidas al estudio de casos de adquisición del lenguaje, en especial el concerniente al del niño salvaje de Aveyron hallado en la región francesa de Lacaune en 1799. Como se ha sabido por continuadas indagaciones, el advenimiento del lenguaje en el ser humano aún presenta incongruencias de criterio entre los investigadores:

Creemos que el caso en cuestión sigue teniendo interés no sólo por lo que se refiere a la problemática de la adquisición y aprendizaje del lenguaje (…) sino también porque constituye un magnífico ejemplo de los antecedentes inmediatos de los estudios empíricos sobre las relaciones entre desarrollo y aprendizaje, así como de su trasfondo filosófico. Carretero, M. (MMVI: p. 183)

Quizá este tema conserve por mucho tiempo fascinación para la ciencia cognitiva. Se adentre todavía más en los socavones cerebrales de especialistas y estudiosos para desentrañar lo que aún resta sobre esta materia. Así que reflexionaremos en el desarrollo de nuestra tesis desde la propia “intencionalidad” humana al considerar la subjetividad del ser como perspectiva filosófica del “ser para sí”, desde un trascender contínuum; esto es, como ente.
De modo tal que los planteamientos anunciados supra son estos: ¿por qué o para qué se nace?, y bajo qué poder se nace siendo “sujeto”. Son interrogantes en la mente del hombre cuando se tiene conciencia de la “substancia” que habita nuestra subjetividad. Tal vez dichas preocupaciones no acuden a todos por igual. Si bien la segunda no es un agobio central en el razonamiento del humano, la primera de estas es un “gusanillo” inmanente, persistente que horada nuestro cerebro como fenomenología del espíritu hasta cierto estadio de nuestro existir.
En el buen sentido husserliano, se estaría en presencia de un “positivismo absoluto”, Husserl citado por Ferrater, j. (2000: p. 147); vale decir, como algo único y provechoso sin relación de causa que no ofrece dudas. Ello parece y aparece como un “innatismo”, un a priori, una epifanía para los espíritus “alertas”; una eidis acaecida en el ente trascendental e individual para ser convertida, luego, en un a posteriori fáctico: me refiero realizable lo cual implicaría un indagar, un descubrir de las virtudes infusas del ser. Motivación gnoseológica e intencional perseguida como objetivo superior del sujeto cognoscente; toda «(…) vez que cualquier vida humana, por intrincada y populosa que sea, consta en realidad de un momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.» Borges, J. L (2005: p. 158)
Pero por otro lado y bajo la premisa más significativa de aquellas dos obsesiones, nos interrogamos, ¿nacemos para ser una brizna contingente de las circunstancias? He ahí el dilema primigenio del ser humano, descubrir el “diamante bruto” incrustado en lo profundo de su existencia como ente, de su potencial cognición; esto es, dar sentido a su realidad particular en este plano terreno-temporal.
No obstante a muchos seres humanos se nos va la vida en trivialidades o en una actitud particular de gravidez intrascendente. ¿O tal estado es un “innatismo” necesario y suficiente connatural de desarrollo sociocultural precario? Quizá esa clase de carácter sea congruente entre algunos seres de nuestro género, o ¿es una forma connatural de alienación?,

(…) esa creencia de que existe una esencia inmutable del hombre que, a veces y por motivos puramente circunstanciales, organiza sociedades [o que se preocupa por trascender su condición particular cuando le aviene la conciencia de su destino como ente] que le obligan a ser algo distinto de lo que naturalmente es, ha sido y será siempre.» Bufalo, E. Del. (2007: p. 4)

Pero este último juicio se presenta, a mi juicio, como una aporía a los ojos de la historicidad filosófica. Resulta oscura y falible tan solo como puntos de vista y muelle para razonamientos propios divergentes y de saberes particulares del cogito.
Como quiera que esto último fuese así, algunos individuos presentan un dilema existencial irresoluto a nuestro real parecer, el cual se corresponde con posturas filosóficas e ideológicas subsumidas en el contexto histórico-social admitidas o presentes en su estructura cognitiva y heredadas de este último; pero también de valores posibles de ser modificados en el tiempo de acuerdo a su libre arbitrio, ideales e imaginación. Se colige de todo lo antes dicho la trascendencia de una sociedad, deudora, al mismo tiempo, de sus mejores mentes.
Ahora bien, respecto de la última de las inquisiciones introductorias de este ensayo; esto es, bajo qué poder se nace siendo un sujeto diremos entonces, que nacemos “sujetados”. Veamos una, pero exacta explicación, proveniente de fuente latina la de esta palabra:

En su significado original, físico y moral, el participio subiectum, pues, significa "arrojado, lanzado, puesto debajo de, sometido", y así aparece como usual en los escritores latinos, sea bajo forma verbal (por ej.: subiectum est = "fue sometido"), adjetival (como en homo subiectum = "esclavo sometido") o sustantivada (así en subiectum = "el sometido"). Guzmán Brito, A. (2002: pp. 151-247)

En consecuencia ello evidencia llegar a este mundo forzosa y necesariamente, bajo una natural subordinación correlativa de supervivencia atados a un poder de resguardada soberanía; esto es, bajo tutela de progenitores y/o tutores así como también de preceptores indispensables. Dominio este que más tarde soltará amarra definitiva para navegar, ampliar y explorar en el mar de una cognición potencial finita de nuestro ser substancial. Devenir histórico por vocación, decretado o producto de las circunstancias. Pero por otro lado:

La duda acerca del valor de su saber lo acompaña siempre [¿o la incertidumbre del derrotero de su vida?] y en el fondo esta actitud expresa una duda sobre su pretendida soberanía. Quizás sea por eso que la teoría del conocimiento tenga su mayor florecimiento y preeminencia precisamente cuando el sujeto exalta con mayor vigor su soberanía. Bufalo, E. Del. (Opus.cit. pp. 23 - 24)   

Con la finalidad de entender esto, vislumbramos una correspondencia entre la sabiduría como duda del sujeto cognoscente y el proclamado parecer ¿para qué se nace?, como inseguridad (igualmente duda inmanente del sujeto) de su devenir histórico. Adquisición progresiva del conocimiento imbricado en su entorno social; pero también de esa sumisión originaria o de subiectum conducente al despertar definitivo de la modificación de su propia soberanía, de su particular “yo”; de una subjetividad consecuente de ética personal, social producto de una síntesis de su entorno socio-histórico genealógico.
Mas, contrariamente en cambio, y bajo suspicacia, nos adherimos a lo señalado supra en el hecho favorecedor ¿tan solo para sujetos alertas de espíritu como un estado, asimismo, de innatismo necesario? Al parecer todo esto resulta en una aporía (ὰлоρíα).
Pero por lo contrario ¿acaso el hombre no ha trascendido a partir de su aparición sobre este planeta desde su primer estadio primitivo, hasta llegar a su fase actual de desarrollo social y cognitivo? Tal interrogante nos permite elucidar con mayor claridad, y hurgar en la retrospectiva originaria de los humanos respecto de lo esencial de esta controversia. Ello nos lleva a la fenomenología de Husserl referida a la “intencionalidad”, como parte de su método y de lo que él llama “vivencias intencionales: « (…) Reconocemos bajo la intencionalidad la propiedad de las vivencias de ‘ser conciencia de algo’»: Husserl citado por Ferrater, J. (Opus. cit. p. 204)
Así que a manera de ir ajustando nuestra posición en este debate, eso de permanecer[1] consciente en ese estado de atenta vigilia de la conciencia, nos evita la mala condición del automatismo; de esa mediocridad perversa y apercibirnos de nuestros propios actos, del suceso histórico del dasein (ˈd̥ɑːza͡ɪ̯n) para de esa manera beneficiarnos del ser gnoseológico, de nuestra propia soberanía, de nuestros Eidos (εἶδος) más preciado. Pero también desde una enseidad estética originaria con la sola excepción de las normas heterónomas, y resaltar nuestra otredad elevándonos a la condición de demiurgos en honor al auto-sacrificio realizado por el mito de Prometeo en beneficio de la humanidad ¿o de unos pocos hombres?
Tal idea parecería insinuarnos Ribot, citado por Ingenieros, J. (2003), en su obra El Hombre Mediocre:

‘Indiferentes’ ha llamado Ribot a los que viven sin que se advierta su existencia. La sociedad piensa y quiere por ellos. No tienen voz, sino eco. No hay líneas definidas ni en su propia sombra, que es, apenas, una penumbra.
Cruzan el mundo a hurtadillas, temerosos de que alguien pueda reprocharles esa osadía de existir en vano como contrabandistas de la vida.
Y lo son. Aunque los hombres carecemos de misión trascendental sobre la Tierra, en cuya superficie vivimos tan naturalmente como la rosa y el gusano, nuestra vida no es digna de ser vivida sino cundo la ennoblece algún ideal: los más altos placeres son inherentes a proponerse una perfección y perseguirla. Las existencias vegetativas no tienen biografía: en la historia de su sociedad sólo vive el que deja rastros en las cosas o en los espíritus. La vida vale por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos. (pp. 38-39)

Así que estamos obligados a trascender, dejar huellas, pero el ámbito del quehacer del hombre no está tan solo en las letras. Estas son, quizá, junto a las bellas artes según nuestro entendimiento; una de las grandes manifestaciones de las que el espíritu humano engreído de sí mismo puede demostrar con su escrituración, los planos sublimes de lo que su ilustrada cognición le permita; expresar con el advenimiento de su verbo y lenguaje adquirido lo más profundo y perfectible de su entelequia; lo más excelso, celestial brotado de su espíritu.
De manera entonces, que el hecho en sí, es lograr la excelencia en lo que el ser con empeño, dedicación, amor en todas sus variantes anhele como objetivo ideal, y, como parte de ella, el peculiar proceso de la “competencia textual”.
En nuestro caso particular la temática de este ensayo pasa desde una burda oralidad hasta llegar a la magnificencia como competencia textual, productora de tales objetos  considerados sistemas de unidad comunicativa de mediación cultural; conocimiento y enseñanza representados en la generalidad textual, como se le percibe hoy.
Con toda esta explicitación queremos llegar, retomando lo anunciado en párrafos anteriores, a los actos de “atención” intelectiva de los primitivos humanos como condición de aprendizaje producto de un cogito burdo de estructuración primigenia de su cognición; trascendencia potencial de su estado primario devenido en demiurgo para competir con el Verbo divino, crear sus propios mundos a partir de sus embrionarias articulaciones guturales, “gruñidos” iniciales propios, connaturales. Apremio necesario de un sistema de comunicación rudimentario en ciernes, embrionario y perfectible acompañado, desde luego, con toda clase de gesticulaciones propias de su estadio autóctono existencial; de posturas y movimientos complementarios como símbolos en formación de un sistema prístino de comunicación generador de objetos culturales, resolución de problemas, necesidades prioritarias de inmediatez básica: el arribo del texto como competencia humana indispensable en la expansión de su urgencia comunicacional y de su cultura.
            Lo anterior nos lleva a considerar, al mundo natural, como el prístino soporte y formato de una escritura entrecruzada de significantes y significados en un texto desplegado a los sentidos de los primeros homínidos. Con posterioridad, el hombre primitivo utilizaría algunos de aquellos referentes naturales así como también los producidos por él como: arcos, flechas, lanzas, macanas… incrustándolos en los primeros soportes y formatos de los cuales se tenga conocimiento: paredes de sus refugios naturales; grandes rocas en el espacio abierto; la misma inmensidad desplegada como soporte y portador a la vez para la transmisión de las primeras señales, descubierto el fuego: el humo, pero asimismo en la comunicación por sonidos de percusión tamborilera. En lo sucesivo denominaremos a todos estos elementos naturales como: soportes, formatos y portadores “rustitrogloditas”[2] disponibles en tal contexto de estadio primitivo; conformadores de un sistema prehistórico de comunicación tribal de intención mágico-religioso, abono existencial, inevitable e incalculable del texto actual y futurista por venir.
Después de todo, la naturaleza se le presentaba al hombre primitivo como la única posibilidad de lectura ofrecida a sus sentidos. Exclusivo medio utilizable y disponible de adquisición de conocimiento y difusión del mismo para acceder a la estructuración y desarrollo de su potencial cognición. En esta dirección la obra El Viajero, la Torre y la Larva, refiere a ese respecto lo siguiente:

Las montañas y los valles se volvieron parte de una lengua divina que debemos desentrañar, los mares y los ríos llevaban un mensaje del Creador y, como pensó Plotino en el siglo III, “si vemos las estrellas como si fueran letras, podemos, si sabemos cómo descifrar este tipo de escritura, leer el futuro en sus configuraciones”. La creación de un texto en una página en blanco se asimiló a la creación del universo en el vacío, y cuando San Juan declaró en su evangelio que “en el principio era el Verbo”, definió en la misma medida su tarea de escriba y la del Autor mismo. Para el siglo XVII, los tropos de Dios como autor y del mundo como libro estaban tan arraigados en la imaginación occidental que fue posible retomarlos y reformularlos (…). Manguel, A. (2015: p. ˢ/)

Así las cosas, desde los primeros albores de la humanidad, hasta el presente cuando el hombre abrió los ojos por primera vez en su hábitat de origen; el mundo se le presentaba como el primer libro en su vasta inmensidad, abierto a sus sentidos para ser leído y dar fundamento al drama de su existencia. En la misma medida de su desarrollo y crecimiento esas páginas se le desplegaban a su real saber y entendimiento para desentrañarlas en consecuencia, según su construcción y desarrollo cognitivo.
De manera que para el hombre alerta, para el sabio que bebiendo en las “hojas” de ese globo terráqueo, de ver e interpretar aquel prístino santuario natural ha venido a configurar, estructurar su cognición ancestral y primigenia de humanoide; pero asimismo recomponer las planas de ese inmenso texto natural e incorporarlo a su imaginario social desde sus primeros pasos hasta su compresión natural definitiva; a la expresión mínima de síntesis social como consecuencia del constructo de su saber: a un sistema de comunicación global nada previsible, que le ha permitido acercarse a otras culturas antes inaccesibles, remotas e inimaginables al modificar su condición primitiva de nómade. Todo, gracias a la evolución de aquel primer sistema de comunicación rustitroglodita.

2.            Soportes, formatos y portadores textuales, naturaleza. El paratexto. 
En el desarrollo de esta tesis introdujimos un neologismo supra (rustitroglodita), acepción considerada pertinente, a nuestro parecer, exigida por la necesidad de una cristalina explicitación como forma de enfatizar la significancia de los ciclos previos por los que ha transcurrido un sistema comunicacional desde su oralidad a la de texto escrito, hasta llegar a los sistemas de comunicación virtual conocidos. Dicha expresión funcionará como sintagma adjetival para designar aquellos primeros elementos no librarios utilizados como base, y configurar los primeros sistemas de comunicación empleado por los primitivos homínidos en cierta fase de su desarrollo tribal.

2.1.        El soporte. Concepto y naturaleza
Acogiéndonos al diccionario de La Real Academia Española (RAE) en su Vigésima Segunda Edición (2001), extraemos la acepción de la palabra soporte la que define así: «ǁ 4. Telec. Material en cuya superficie se registra información, como el papel, la cinta de video o el disco compacto».
Por su parte el Diccionario Enciclopédico Larousse ─en lo sucesivo DEL─, en su versión (2008) establece como significado para el mismo vocablo el siguiente: «4. INFORMÁT. Medio material, tarjeta perforada, disco, cinta magnética, etc., capaz de recibir una información, transmitirla o conservarla y, después, restituirla a petición.»
Estos primeros conceptos de soporte contenidos en los clásicos glosarios remiten, en principio, tanto a su naturaleza material como a su finalidad distintiva; es decir, la de recopilar información o ¿a datos?, destinada a la comunicación así como a cierta uniformidad de criterio clasificatorio; perspectiva que circula desde el papel hasta la telemática.
Según se aprecia, la información como finalidad contenida en el soporte se adjudica, de manera inextricable, al propósito pertinente de los sistemas de comunicación por rústicos y aldeanos que estos aún lo sean o existan en algún punto de la tierra, en los tiempos que corren.
Además de las definiciones antes citadas, Marín, M. (MMVI: 124), conceptúa el soporte como «Ese material físico que se usa para reproducir un texto (…)».
A su vez, a esto se suma la evolución alcanzada por dicho elemento en el transcurso de la historia desde los más rustitrogloditas de esas primeras piezas como: arcilla, piedras, rocas paredes; materiales metálicos y no metálicos pasando por la seda, madera, papiros así como por los más recientes componentes electrónicos y electromagnéticos digitales sin olvidar el impacto que tuvo la referida pieza mucho antes: aparición de la imprenta. Marín, M. (Opus. cit. pp. 124-125)
Pero además, y, por añadidura, no debemos obviar la técnica holográfica como soporte novedoso que, aunque con avance configurativo tímido, irresoluto aún de inusual regularidad para el almacenamiento completo de textos, como significativo logro; agrega una naturaleza tan excepcional y extraña como distinta al soporte mismo y al formato. Diría que etérea en su abstracta formalidad espacial:

A pesar de las cuatro décadas que lleva existiendo esta tecnología, es aún poco conocida (…) así como el potencial de las memorias holográficas en el campo de la información y la documentación. García, L. (2005: p. 141)

Está claro que este novedoso descubrimiento deparará seguramente con mayor incidencia, satisfacción y placer no solo por las lecturas y composiciones textuales de los distintos géneros literarios existentes a las generaciones futuras adaptadas y acostumbradas ya, al uso de las vanguardias tecnológicas sino que la experiencia escritural y lectora será ahora, con la técnica holográfica utilizando un paralelismo o analogía psicopedagógica: si aceptamos este último planteamiento, como contestatario e irreverente visto desde una perspectiva educativa de avanzada; ofrecer una alteración emotiva o algo parecido a una alucinación psicodélico-abstracto-sensitiva inducida por los psicoactivos.
Este aparte de nuestra investigación, respecto de la holografía, se tocará de manera tangencial[3] tan solo para referirnos al resguardo o grabación de datos susceptibles de ser convertidos, con posterioridad, en información documental.
De forma que precisaremos algunos señalamientos sobre este innovador soporte, a la vez que formato, relativo a la actividad escritural así como lectora; pero desde la panorámica exclusiva del “holopoema”. Propuesta atrevida de su fundador experimentador el brasileño Eduardo kac; sensacional cuerpo con el cual ha ensayado la poesía en holograma citado en Holopoesía por Wikipedia (2015), quien conceptúa al “holopoema”, así:

Se denomina "holopoesía" o "poesía holográfica" a aquellos textos con contenido poético desarrollados por medio de la utilización de la técnica holográfica. El brasileño Eduardo Kac, fue el creador de la poesía holográfica (hacia 1983, junto al técnico holográfico Fernando Catta-Petra). Su trabajo consistió en la creación de textos poéticos estructurados luminosamente en el espacio, respetando cabalmente la fisiología humana mucho más que el texto escrito en un espacio bidimensional, puesto que aprovecha la visión binocular y las facultades mentales adscriptas a la percepción de los objetos. En el proceso creativo se pueden configurar sintaxis orbitales, elipsoidales, curvas, etc., que rompen con la tradición monoscópica de la poesía. Wikipedia. (2015, 19 de octubre)

De acuerdo con esta técnica el sujeto perceptor rompe con la fijeza convencional de la grafía textual en formato del papel, para adentrarse en una lectura experiencial alucinante de un escrito que flota, circula y orbita producto de su visión binocular en un soporte etéreo-espacial sin perder la perspectiva tridimensional del texto. Ello significa subvertir el estatismo y la rigidez de lo plasmado en un formato tradicional, lo cual equivale, de acuerdo al nivel cognitivo del lector, respecto de las “sintaxis orbitales”; destruir forma y estructura original del texto al producir construcciones gramaticales a su antojo derivado de su nivel de literacidad con deconstrucciones divergentes, tanto como constructos textuales disímiles; pero a su vez con la oportunidad de configurar estructuras cubistas o caligramas con los signos que nadan en el “comprimido” firmamento de este novedoso soporte. De manera que estamos en presencia de una realidad nada convencional en sí misma.
Así que, según la técnica holográfica, irrumpe ahora el etéreo espacio como un elemento más de los sistemas de comunicación; pero no únicamente para el arte de la escritura desde la óptica del soporte y el formato, sino también para la enseñanza y estudios de análisis de objetos y diseños de piezas a la vez industriales como artísticas desde el punto de vista del arte plástico. De forma que, si se nos permite la digresión, se sabe que Dalí expuso en un museo de Nueva York (Galería Knoedler), en 1972, algunas de sus obras con la técnica holográfica, en la que hizo presencia su descubridor Dennis Gabor (1900-1979). Beléndez, A. (2009: pp. 1602-16)
Pero de igual modo, y respecto de toda esta original tecnología, no sabemos precisar en qué momento, también, tanto Rimbaud como Mallarmé tuvieron la visión de trasgredir la rigidez y formas de la poesía para llegar a la plasticidad estético poética. Reverdy, P. (1977: p. 41)
Mas la influencia de Eduardo Kac con esta rebelde primicia al construir una poética volátil, etérea, inasible e impalpable desde el formato holográfico; le ha sido posible renovar e implantar una singular manera de plasmar y leer poesía desde otra perspectiva, que de seguro no escapará a la cruel y despiadada crítica de posibles detractores, como acaeció con la insurgencia de la plástica poética o poesía cubista.
Es por demás evidente, bajo los esquemas de la holopoesía, una manifiesta necesidad lectora de absorto ensimismamiento y abstracción unánime, ya que tal realidad virtual etéreo-abstracta es de un parecer preceptivo exigido pues una lectura silenciosa demanda con tales medios tecnológicos una ascesis lectora, desplegar la imaginariedad, ya que como bien lo relata Borges en su comentario de San Agustín del libro VI las Confesiones: «‘Cuando Ambrosio leía, pasaba la vista sobre las páginas penetrando su alma, en el sentido, sin proferir una palabra ni mover la lengua’(…)». (Opus.cit. p. 714)
Una lectura así, en holograma, comportaría un experimento sucedáneo al padecido por el monje del siglo IV, Ambrosio, cuando (…) «se inició el proceso mental que, a la vuelta de muchas generaciones, culminaría con el predominio de la palabra escrita sobre la hablada, de la pluma sobre la voz». Borges, J. L. (Ibídem)
Algo me dice estimado lector, que usted ha vivido una experiencia similar con tan novel tecnología; entonces, bien por esa percepción holográfica si le ha ocurrido.
Pero más adelante, continúa el egregio escritor argentino con un juicio lapidario respecto del objeto de nuestro estudio temático, y de los actos asiduos del tipo de lectura practicada por Ambrosio,

(…) el extraño arte que iniciaba, el arte de leer en voz baja, conduciría a consecuencias maravillosas. Conduciría, cumplidos muchos años, al concepto del libro como fin, no como instrumento de un fin [itálicas añadidas].» Borges, J. L. (Ibídem)

En virtud de las apreciaciones, análisis y conceptualizaciones respecto del soporte; proponemos una definición que abarque su desarrollo desde sus orígenes hasta llegar al estado actual sin obviar la puja existente entre el papel, dominante hasta ahora en el rol del texto escrito, y la naturaleza virtual que en estos momentos de desarrollo tecnológico creciente ha adquirido tal componente comunicacional.
Así que tenemos razones suficientes para actualizar un concepto sobre un elemento tan importante de la comunicación textual como lo es el soporte, el cual debe incluir, ahora, la técnica del holograma. A nuestro juicio lo catalogaremos a modo de un género o especie muy singular y excepcional deudor de un contexto social primitivo, que deviene de la gradual evolución de esa propia subjetividad social para transmitir; difundir significados o intenciones a los que ahora se le adicionan los de vanguardia tecnológica originando los soportes más extraños y significativos respecto de su homónimo tradicional: el papel.
Así llegamos a los sistemas de comunicación virtual-holográficos, producto de la necesidad impuesta por una síntesis social histórica, cónsona con aquellos primeros soportes del mundo troglodita; pero de características especiales propias, etéreas que lo alejan en tiempo y espacio de sus precedentes originarios.  
Desde nuestra óptica general este aporte para una conceptualización sobre una pieza imprescindible de la comunicación textual, como lo es el soporte fundante de los primeros rudimentos escriturales; se le otorga un valor en su origen mismo como componente vital del texto escrito tanto por su variedad como por sus características evolutivas, uso y finalidad aparejado asimismo con el desarrollo sociocultural del hombre por su esencia ontológica así como del objeto en sí; pero también por la heteronomía de su consensuada voluntad tribal, progresiva, impuesta por sus particulares contextos sociales sucesivos.
            De tal forma, que una re-conceptualización para el vocablo soporte así como la que más adelante daremos para el formato, dúo inseparable de una misma configuración del objeto texto, se tornan imprescindibles por la concepción misma del desarrollo implícito aparejado de ambos elementos en el sistema que conforman uno y otro componentes.
Pero del mismo modo es de imperativo parecer epistémico aclarar y deslindar dos términos: datos e información pues se suele hacer uso indiscriminado e impreciso de estos vocablos en especial del último de estos, no solo en el ámbito educativo y en el de otras actividades profesionales para asignar valoraciones cualitativas de naturaleza distinta a hechos  investigados y sistematizados; sino porque existe una estrecha separación semántica en el metalenguaje de uso general estandarizado por diseñadores y programadores de sistemas informáticos administrativos, preciso de dichas voces, pues de otro modo los resultados esperados de procesar datos en estos sistemas de información gerencial resultarían cualitativamente afectados; y que para nuestro propósito se torna ineludible la claridad  semántica  de los mismos por la “intencionalidad” cognoscente del lector respecto del tema que nos ocupa.
En tal sentido es importante tener en consideración de cómo la percepción de símbolos y señales, como simples datos en reposo contenidos en un soporte determinado asumen perspectivas diferentes al tratarse de diseños de los sistemas aludidos en la implementación de modelos de toma de decisiones de planificación gerencial, o de cualquier actividad profesional y modifican el comportamiento de los ejecutivos cuando estos pasan de simples observadores de un cúmulo de datos, a otra de análisis y conversión final de estos últimos en información para la planificación estratégica de mercados, programas financieros, estudios arqueológicos y antropológicos concluidos y sistematizados; de educación…
Ello significa respecto de lo antes expuesto, hacer abstracción a partir de una crítica epistémica explicativa sobre las palabras mencionadas y en discusión (datos e información); convenir en una generalización autónoma e independiente de dichos términos por el uso unívoco e inadecuado, que de ellos hace un aspecto filosófico de la pedagogía textual debatida en esta tesis.
As que, desde la perspectiva de la actividad administrativa del diseño de los sistemas mencionados cabe citar, al respecto, a Murdick, R & Ross, J (1975), cuando afirman:

Los datos pueden considerarse como señales, ordinariamente observaciones registradas, que no afectan actualmente el comportamiento. Sin embargo, los datos pueden convertirse en información, si se afecta el comportamiento. (…) Hasta que los datos se vean y se organicen debidamente para presentarlos a un gerente [o especialista en criptografía clásica o medieval[4]], para que reaccione a ellos, no son información. (p. 357)

Esto sugiere pasar de una condición pasiva de simple observador de signos y señales a una de “intencionalidad”. De un quehacer definido de interés particular requisito necesario a nuestro juicio para que, una sucesión de caracteres o datos considerados simples trozos de información, analizados y evaluados; nos lleven a conclusiones racionales ajustando estudios y observaciones a los hallazgos realizados, pues los datos vistos desde la imparcialidad del investigador son el fundamento de la ciencia. Arias, F. (1975: p. 75). Así, de esta forma, los datos asumen el carácter definitivo de información.
De manera tal que los datos según nuestra opinión equivalen a señales o signos abstractos, indefinidos sin valoración ni representación ninguna cuando la ciencia arqueológica los observa por primera vez, o el lector se enfrenta a la presencia de un texto referido a una temática desconocida o, si se quiere, a un texto escrito en idioma extraño para él. Serían meramente textos incoherentes según la lingüística. De donde se sigue que para cualquier indígena o comunidad no alfabetizada en lenguas modernas, en regiones remotas del planeta, nuestros textos le serían totalmente incoherentes tanto como para quien habla solo su lengua materna e inversamente.
Pero por otro lado, aun cuando una definición de información pudiera deducirse de la acepción de datos aportada por Murdick, R & Ross, J (Ibidem) allí implícita; una distinción conceptual es muy apropiada académicamente. De manera que tomaremos de estos peritos tanto en conocimiento administrativo como en diseño de sistemas informáticos, su criterio respecto de la primera de estas dicciones (datos).
De igual forma concordamos con la cita expresada por los científicos sociales inserta supra relativa al concepto de información. Según hemos visto la misma está sujeta, por lógica sucedánea, por trozos de signos que influyan en el comportamiento del investigador cuando este u otro científico, atraído por grafías extrañas específicas reveladas, decida interpretar; o un determinado texto sea tal, primitivo (rustitroglodita) o moderno contentivo de signos o símbolos[5] desconocidos como sistema de comunicación humana establecido. Pero así mismo es el uso y estimación que de ellos se haga, como elementos constitutivos de una estructura semejante, para catalogarlos en definitiva como información y que a nuestro parecer definen a un texto como lo que generalmente es aceptado. Ello incluye, por dialéctica propia, darle una valoración categórica a la coherencia textual según se ha señalado ya.
Lo expuesto, entonces, es de concluyente consideración a los ojos de investigadores, estudiosos de textos antiguos y/o especialistas en criptografía general; pero asimismo para lectores de un texto moderno cualesquiera que estos sean ya en idioma desconocido o sobre temas escritos en un metalenguaje no usual para el lector.  
Esto equivale a considerar la incrustación en soportes de cualquier clase como simples continentes de datos ordinarios; en textos librarios y no librarios (estos últimos rustitrogloditas), contenedores de datos de algún interés particular por la ‘intencionalidad’ que se tenga de estos.
Tal ‘intencionalidad’ puede tomar dos tipos de motivación perseguida en la lectura o descifrado de datos desde un específico soporte para el sujeto cognoscente; uno de tipo eferente (información) y otro de índole estético (artístico sensitiva y lúdico).
Vistas así las cosas las bibliotecas en general pasarían a ser contenedoras de textos con datos sujetos de ser convertibles, potencialmente, en información útil para los usuarios con el carácter contentivo y proclive a su interés preferencial.

2.2.        Formato. Concepto y naturaleza
Desde el punto de vista de la RAE esta define el formato así: «(Del fr. format o del it. formato). m. Tamaño de un impreso, expresado en relación con el número de hojas que comprende cada pliego, es decir, folio, cuarto, octavo, dieciseisavo, o indicando la longitud y anchura de la plana; [esto es, papel]. ǁ 3. Conjunto de características técnicas y de presentación de una publicación periódica o de un programa de televisión o radio. ǁ 4. Inform. Estructura de un disco [compacto] dividido en campos y pistas según un determinado sistema operativo, lo que permite almacenar en él información.
Según se aprecia, el concepto alude de forma explícita al texto tradicional impreso como lo es el libro objeto de manipulación natural. Asumimos de manera inclusiva, desde su referencia a las publicaciones periódicas por analogía, la sugerencia también para el libro en su condición de portador como elemento de fácil traslado, disposición y oportuna lectura así como continente acumulador de datos. Alude, igualmente, a características específicas de dimensiones y medidas observando diversidad, tipo, clase de libro o texto. Respecto del exacto concepto que estos últimos términos asumen nos centraremos más delante de ellos. Asimismo hace referencia al volumen o cantidad de hojas tanto como a la variada naturaleza y temática del libro en sí, y al formato digital de esta nueva y revolucionaria tecnología.
Por su parte, el DEL plantea el concepto de formato así: «s. m. Tamaño de la tapa o de la cubierta de un libro. 4. INFORMÁT. Estructura que caracteriza la presencia de la información en una computadora, durante una transmisión, o en un soporte de entrada o de edición de resultados».
Como se ve, existe cierta discrepancia de criterio entre ambos glosarios en relación a una precisión del concepto general de formato, ya que mientras la RAE centra su significado en la configuración original estructural justa, y total, de un elemento como lo es el papel en la forma elemental y variedad dimensional del mismo, entendida y extendiéndose hasta el libro en su totalidad física, forma y tamaño sin importar variedad o clase de texto como sinónimo de libro; el DEL se centra de manera exclusiva en el recubrimiento de este; es decir, a sus elementos paratextuales externos.
Pero por otro lado, pensamos como inapropiado el empleo o uso lexical de la palabra “algo”, que de ella hace este último glosario al referirse al cuerpo del impreso como tal compuesto por la cantidad de hojas que integran a un texto impreso; concepto este último que no satisface nuestro estudio.
De todo ello resulta la colocación de un determinado texto en un espacio escritural, cualesquiera sean extensibles al portador como componente de fundamento y origen del objeto denominado libro.
Tal condición conduce a la aparición de una variedad textual exigida y requerida por su boceto, diseño tanto como por la variedad de la información por comunicar ¿o de los datos?, sobre un dispuesto y delimitado formato: papel, pantallas digitales, cinematográficas…, así como por las clases y tipo de géneros literarios que ocasiona: cartas, publicaciones periódicas, narraciones… Esas características o naturaleza distributiva del formato sobre un determinado soporte se aparejan, además, al no ya tan reciente portador virtual como elemento integrante de la información e inciden y condicionan el quehacer del sujeto escritor-lector; o al de simple espectador o ejecutor de información multimedia.
Es evidente, por otra parte, el conocimiento letrado o literacidad académica, como competencia cognitiva en el sujeto; distinguir los tipos de formatos para un mejor desempeño social. Marín, M. (Opus. cit. p.125)
De manera que revisadas algunas conceptualizaciones del elemento formato estamos en capacidad de expresar, que dicha voz presenta una extensa variedad de uso y aplicación hecha de él pues su significado es unívoco de innumerables objetos; e implícitamente al soporte mismo en su diversidad como parejas inseparables lo cual incluye, del mismo modo, los textos de mercaderías, empaques industriales y comerciales; los que funcionan como tal. De allí que la expresión de formato se vale muy acertadamente de su empleo, como una función estable y necesaria en la acumulación de datos, insistimos en esto último.

2.3.        El portador textual
El RAE define este término así: portador, ra. (Del lat. Portãtor, -õris). adj. Que lleva o trae algo de una parte a otra. U. t. c. s. (Opus. cit.). Análogamente dicha definición es paralela a la contenida en el DEL.
Desde la apreciativa del interés e intención de esta sección y estudio se nos presenta una definición por demás amplia, por lo que se vuelve imprescindible delimitarla al ámbito o producción de un texto en su especificidad, la del objeto cuyo propósito es la de un escrito de naturaleza comunicacional literaria y propia en su conocida pluralidad de géneros.
Visto así el portador textual se presenta más que como adjetivo, como sustantivo justo, conveniente encriptado en los sistemas humanos inauguradores de la comunicación escritural aunados al soporte y al formato, integrantes sinérgicos de los sistemas ultramodernos en versiones digitales modificadores no solo de la naturaleza del texto sino, en particular, por dar origen al denominado hipertexto. Pero además por afectar tales elementos, componentes de dicha tecnología, la actitud de lector y escritor frente a tales piezas en pantallas electrónicas.
A su vez a toda esta novedad tecnológica se le adicionan componentes coadyuvantes enriquecedores del texto digital como: tamaño, color y tipo de fuente; resaltados a selección y gusto y de tantos aditamentos en dichos sistemas largos de enumerar en este estudio, y de consecuencias tan visibles (¿o no?), como augurar, quizá, la pérdida motriz de la escritura manual motivado a la introducción sucesiva de la computadora personal o “laptos” en planteles de enseñanza pública y privada; pero masificada casi en su total plenitud en países de muy alto desarrollo tecnológico con efectos posibles en ese sentido.  
Asimismo cabe reparar en distinguir una gran diversidad de soportes físicamente variados; pero además portadores textuales disímiles como el añejo papel que permite su fácil manipulación entre una gama comunicacional escrita: revistas, libros, periódicos, dípticos, trípticos, folletos, récipes…; e inciden en una extensa diversidad del objeto libro desde la perspectiva de su generación y producción representado en una parte integradora y vital de él en variados matices, expresado en el paratexto. Marín, M. (Ibidem)
Revisado lo anterior estamos en capacidad de reformular, en el siguiente párrafo, el concepto de formato ya anunciado como asimismo el del portador; piezas fundamentales estas de los sistemas comunicacionales escritos.
En tal sentido se establece la siguiente redefinición. Se entiende como portador textual al cuerpo espacial[6] tanto en papel físico como virtual (electromagnético-digital, u holográfico), contenidos en soportes y formatos de índoles unívocas capaces de mantener incrustación de datos en el tiempo; potenciales de ser convertidos en información por un determinado lector, o por seres “alienígenas”, así como para llevar o trasladar físicamente o de manera virtual dichas grafías.

2.4.        El paratexto
Si hay algún elemento que puede abrirnos el camino a la lectura o engancharnos a esta como suele decirse en los corrillos literarios, ese es el que este subtítulo lleva por nombre.
El paratexto, si se quiere, es al libro como las políticas a la planificación administrativa por lo que se refiere a la toma de decisiones. En tal sentido « (…), las políticas son guías del pensamiento en la adopción de decisiones.» Koontz & O’Donenell (1970: p. 182)
De la misma manera el paratexto persigue similar finalidad; esto es, inducir al lector en una potencial lectura asumida desde una decisión eventual, posible o a partir de la adquisición probable de un texto novedoso o por algún interés particular específico. Pero por otro lado las políticas son tan variadas como heterogéneo lo es el paratexto en los libros tanto en su exterior, como en lo interno del mismo.
Los efectos perseguidos por el paratexto pertenecen a la pragmática del texto. Representa en su pluralidad las intenciones del autor mismo. Sin duda se puede afirmar que el paratexto, como analogía y paralelismo planteado supra, corresponde a una de las políticas intencionales del escritor mismo como impresión y resultado por lograr frente al lector así como también por la perceptiva que este último haga del texto, y de sus variadas interpretaciones.
Pero a su vez el paratexto está diseñado como un acto de preparación para un posible abordaje del libro frente a su potencial lector. A manera de pieza auxiliar de un volumen textual despliega información previa e introductoria para una lectura definitiva, o no, de su contenido cuando se lo tiene frente a sí. A este recurso se lo halla en el exterior del libro: título, tapa, contratapa, solapa, ilustración; es, en consecuencia, un elemento cooperante decisorio en la localización de datos de interés de tipo eferente o estético. Como se ve, este elemento en su profusión:

(…), permite que el lector, antes de leer el texto, haga suposiciones acerca de su contenido; por lo tanto, comenzará a leer con algunas hipótesis que guiarán o condicionarán su interpretación (…). Marín, M. (Opus. cit. p. 127)

3.            El texto de la era digital o hipertexto
Pensar en la primacía y permanencia del libro, en su reemplazo como se le conoce en la actualidad, es como no querer admitir la posibilidad que tiene el hombre de abandonar este planeta en búsqueda de otros mundos habitables probables, sobre todo si se consideran los éxitos logrados con el desarrollo tecnológico actual, y de que tal quimera se convierta en una materialización nada utópica para ambas realidades. Pero por otro lado esa misma tecnología empuja por motivos ecológicos al abandono total y definitivo del papel, como componente natural del texto tal como históricamente se le conoce en su estructura visual y manipulación natural de tan noble y apreciable objeto.
Pero si bien perdemos algunas ventajas con la desaparición paulatina del texto clásico tradicional, del libro físico en su real maravilla, en esa misma medida las nuevas generaciones van suplantando de forma natural sus quehaceres escriturales rutinarios, producto de atributos y ventajas impuestas por nuevos elementos y técnicas incorporadas a esa actividad por demás tan propia de la expresión escrita adquirida en los humanos.
Visto desde una perspectiva futurista, sopesar los valores del texto tradicional respecto de uno digital, desde la panorámica de una satisfacción de necesidad intelectual educativa en tiempo real respecto de la información más actualizada, disponible en medios electrónicos; es una majadería generacional no convenir con dicho planteamiento. Lo obvio de la situación no merece discusión alguna.
Así que el texto digital o hipertexto se impondrá por fuerza de asiduidad y costumbre por la ya no tan novedosa tecnología aludida, convertida por imposición irrebatible en herramienta de uso convencional en los tiempos que corren.
            Por lo demás es incuestionable que el hipertexto, cual caja de Pandora, si bien desató los “demonios” se presenta a las generaciones actuales y venideras como el mal necesario e imprescindible de convivencia para eras totalmente virtualizadas y digitalizadas. En estas circunstancias las “digitecas” o “virtualtecas” serán de lo más ordinario, y el hipertexto estará disponible no solo en tabletas, TVs.; sino que tales espacios surgirán como locaciones regulares y especializadas no solo en los campus universitarios de lectura sino en “cybertecas” abiertas; específicas para un público lector e investigador.

Contrariamente en cambio el hipertexto o texto de la era digital « (…), nos ubica en una disyuntiva (…) respecto de la tecnología de las redes, (…) si el formato del texto virtual con las posturas y análisis consabido por todos destronará (…) al texto como lo conocemos hoy, (…). Ojeda, E. (2016: p. 469-493).

Esta preocupación es sin duda cierta una inquietud presente en investigadores y casas editoriales; pero quizá no tanto en las generaciones que han crecido y se están levantando con el boom y desarrollo de la era digital.
Pero a su vez el hipertexto se nos presenta como un texto demasiado enriquecido, quiero decir, con abrumadoras conexiones relacionadas o intertextualidad explícita resaltadas a la vista del lector. Marín, M. (Opus. cit. p. 128). Ello surge como una desventaja para el lector con riesgo de perderse en la Web si no concentra su atención; pero de afinidad textual relativa abundante y coadyuvante; provechosa de exploración, conocimiento subsidiario ineludible para el investigador o lector ocasional más allá de su interés focal.

4.            El texto escrito naturaleza, clasificación y definición
En el presente apartado parecería lógico comenzar por precisar y deslindar los vocablos de libro y de texto desde una perspectiva pedagógica. En este sentido haremos, en principio, una integración de las tres primeras definiciones contenidas en el glosario de la RAE respecto de ellas. Nos ocuparemos entonces del primero de estos dos sustantivos; esto es, del libro para luego centrarnos en la definición de texto.
Así tenemos que, libro, como vocablo definido según el citado léxico de la RAE proviene del latín Liber, libri. m. Su significado es, conjunto de muchas hojas de papel encuadernadas, que pueden constituir una unidad, o de extensión suficiente para conforman un volumen como obra científica, literaria; códigos y leyes que pueden aparecer impresas en otro soporte; esto es, material dígito-virtual, como partes principales de una obra. (Opus. cit.)
A su vez el DEL, luego de convenir con las conceptualizaciones dadas por la RAE referidas tanto del libro como la de texto, sintetizadas según anunciáramos supra; introduce de manera directa el concepto de libro electrónico o “e-book”, como aquel dispositivo informático de dimensiones propias para lecturas virtuales o electrónicas. (Opus. cit)
Lo anterior nos confirma la tendencia que le espera al libro tradicional concebido como tal en físico, por lo que no abundaremos sobre ello.

4.1.        Naturaleza unívoca de texto y libro
En relación a la naturaleza o índole de las voces de este epígrafe, las mismas dependen del conjunto, orden y disposición de su estructura tanto por sus elementos físicos propios que los constituyen, como: soporte, formato, portador, paratextos…; sin importar su carácter y misma materialidad a veces como distintivo externo del texto o libro académico propio; pero de peculiaridades y temáticas distintas contenidas en ambos objetos.



4.2.        Definición de texto
En cuanto a la específica palabra texto en ocasiones su concepto se percibe con cierta ambigüedad por parte de los lectores académicos en formación, al tomar por igual texto y libro. Obviando el sinónimo, dicha confusión necesita ser precisada en beneficio de estos como por el interés didáctico de este ensayo. De forma que la definición de texto o ‘libro texto’, a nuestro modo de ver, es atribuible en exclusividad a la cátedra como material de enseñanza, textos concebidos y editados con énfasis especial en contenidos específicos propios para tal fin; es decir, como materia concreta de una determinada área didáctica diferenciándolos de las obras en las que se inscribe el género literario por su clasificación y funcionalidad estético expresiva plástica.
De manera que desde otra óptica, el objeto identificado o confundido por libro fuera del ámbito antes precisado no comparte el calificativo de texto. Aquel otro comprendería, como se ha aclarado, al género literario. Ello por las características, atributos únicos específicos que distinguen a esa clase de escritos, también.
Pero por otra parte en academias exclusivas y determinadas verbigracia las de música, un escrito de tal especialidad sin duda correspondería a la clasificación de ‘libro de texto’ pues sus propiedades son exclusivas de ese objeto preceptivo o académico así delimitado, descrito.
De otro lado para la lingüística la expresión de texto forma parte de una competencia cognitiva del lector, de su capacidad letrada o enciclopédica para poder discernir, interpretar un determinado escrito; es decir, para que su intérprete le dé la coherencia necesaria.
A su vez una definición de texto depende, asimismo, de su cohesión interna inherente como unidad de comunicación sin precariedad de ella, de sus elementos gramaticales que enlazan cláusulas y períodos de manera justa; por el contenido y cometido de su funcionalidad así como por el objetivo perseguido respecto de los temas pedagógicos insertados en él. Por defecto, el catedrático suple las posibles carencias de estilo en estas obras así como las del aprendiz. Aspecto este de ilación o conexión no necesario en las composiciones de género literario. Vistos así los hechos, acotados al mundo académico, lo expresado sería un acto de reconocimiento cultural en el que prevalece un saber previo del tema por parte del educando; pero al mismo tiempo nos permite asignar una clasificación a una composición específica, estudio o temática tratado, es decir, ubicarla en su género correspondiente. Pero asimismo hallamos textos de variedad discursiva y clasificatoria,

(…) como argumentativos (por ejemplo, un ensayo, un discurso político, la defensa del abogado (…), textos publicitarios, entre otros), y también se reconoce que existe argumentación en otros géneros (en un artículo científico o en los textos didácticos, por ejemplo). (Serrano de Moreno, S., y Villalobos, J. (2006: p. 43).

Todo ello como resultado exigido, necesario del tipo de comunicación expresiva escrita producto del subjetivismo socio-cultural y desarrollo cognitivo del ser humano. En esa lista clasificatoria encontramos: «El texto expositivo, el texto descriptivo, el texto argumentativo, el texto narrativo [y] el texto dialógico.» OCÉANO (Ed.) (MMVII: Vol. 5. p. 21)
En este orden de ideas, pero ahora en cuanto a un compendio de la definición de texto, igualmente seguiremos la misma metodología aplicada en la conceptualización realizada para libro, en el sentido de extraer y comprimir las acepciones de la RAE evitando la dispersión cerebral.
Entonces, de acuerdo a lo expresado, el texto se nos presenta como todo lo que se dice o enuncia ya sea oral o escrito, pasaje citado o conjunto coherente de estos; proverbios sagrados y todo contenido de obra manuscrita o impresa con distinción de los elementos paratextuales exteriores. (RAE, Opus. cit). Luego, incluso, un párrafo o parágrafo de una obra literaria conformaría, asimismo, un texto, pero solo hasta allí; nuestro criterio nos exime de incluirlo en el concepto de lo que se ha dado en designar texto o libro texto.     
Ahora bien, respecto del origen de la palabra texto este se asimila a la trama paralela natural de una urdimbre. En tal sentido la escritura como arte conlleva una “confección”, un hilar o textorio (ria) perteneciente o relativo al arte de tejer (RAE, Opus. cit). De tal forma, el escritor confecciona o teje un escrito, un textum o entramado literal que, de acuerdo con su acabado, puede llegar a convertirse en una hilvanada filigrana producto de la “aguja” de quien, sintagmáticamente, haya tejido los “encajes” que lo constituyan.
Entonces para finalizar y enfatizar este apartado, la pragmática de ese textum depende de una competencia cognitiva especial por parte del autor; pero asimismo de una literacidad particular del lector para su entendimiento o coherencia final.

4.3.        Clasificación del texto
La gran variedad de los tipos de textos se ha venido ampliando con el desarrollo cultural, como consecuencia del descubrimiento de la imprenta; comprendido el grado de evolución alcanzado con las tecnologías más recientes en la que este ha adquirido su propia madurez “genética” modificatoria de adaptabilidad a los tiempos transitados, desde su aparición hasta llegar a un punto de acabado casi que definitivo en lo físico manipulable para trascender a la propia utilización en la virtualidad.
En párrafos anteriores nos hemos referido en forma exclusiva al objeto libro como tal pues a ello pareció necesario aludir dada su arcaica aparición e importancia, como medio de necesidad comunicativa creado por el hombre; aunque su concepto no deja de presentar un dejo de ambigüedad misma algo que ya hemos clarificado. No obstante el libro en sí mismo, aparecido como objeto y función, también determinada, presenta características que lo definen y lo particularizan del texto como tal, expuestas con anterioridad en el desarrollo de esta investigación.
Pero asimismo “Los criterios entrecruzados entre función y trama” según Marín, M. (MMVI: p.175); permiten, desde una óptica pedagógica, establecer una clasificación práctica. En este sentido según Kauffman, A. M., y Rodríguez, M. E., citados por ella, establecen a ese respecto lo siguiente:

[…] los textos se configuran de distintas maneras para manifestar las mismas funciones del lenguaje o los mismos contenidos. (…) El texto es el tapiz: combina distintos recursos de la lengua, combina distintas clases de oraciones, selecciona clases de palabras, privilegia determinadas relaciones sintácticas, etc., para transmitir distintas intencionalidades. Marín, M. (MMVI: 176)

De forma que según podemos apreciar, se está en presencia del lenguaje como sistema en el que intervienen distintos elementos: fónicos, morfológicos, léxicos o sintagmáticos para actuar de forma sinérgica en una estructura gramatical específica, especial en que el género literario domina e impone determinadas particularidades retóricas en su autor, y asume con determinado propósito, estético o eferente del cual se colige un texto fenomenológico en el sentido husserliano de la “intencionalidad” a partir de esa perspectiva filosófica de ‘ser conciencia de algo’. (Opus. cit. p. 204). Esto es, del acto comunicativo como tal vehiculado por el texto, de las ‘vivencias intencionales’ (Opus. cit. p. 204) del escritor.
De manera que retomando el hilo de la cita aludida atrás la autora nos muestra cómo las

(…) funciones del lenguaje: informativa o referencial, emotiva o expresiva, poética o literaria, apelativa o conativa se entrecruzan con las tramas: Narrativa, Argumentativa, Descriptiva, conversacional. Marín, M. (MMVI: 176)

Para originar todo un mosaico textual. Así que como conclusión de este apartado, nos acogemos a la proposición de la autora arriba señalada relativa a la ordenación clasificatoria definitiva de los textos: Textos narrativos: novelas, cuentos, biografías…; Textos argumentativos: estudios científicos, ensayos, informes…; Textos descriptivos: estudios sobre procesos…; Textos conversacionales: teatro e incluimos a los Textos académicos musicales[7]. Marín, M. (MMVI: 176)  
Si bien Marín no plasma en su lista al texto expositivo explícitamente, como tal incluido, sí, por Océano Editorial; dicho subgénero lo ubicamos en los escritos inherentes a los de la oratoria argumentativa.
Por otra parte, la ligazón entre función y trama va más allá de nuestra percepción.  Requiere de una atención y especial cuidado para asumir una clasificación definitiva del texto por el entramado lingüístico que produce la intención del autor; pero que no obstante en un tipo de texto nos encontramos con incrustaciones variadas de diferentes géneros existentes en algún pasaje o apartado de un escrito particular[8].   

5. Conclusiones
Queremos precisar algunos puntos a manera de colofón sobre la tesis a acá expuesta:
a.    El hombre se preocupa por trascender su condición particular cuando le aviene la conciencia de su destino como ente.
b.    Algunos seres humanos presentan un dilema existencial irresoluto, el cual se corresponde con posturas filosóficas e ideológicas subsumidas en su contexto histórico-social, presentes en su estructura cognitiva y heredadas de este último; pero también de valores posibles de ser modificados en el tiempo de acuerdo a su libre arbitrio.
c.    El hombre estructura y desarrolla su potencial cognición a partir de una lectura de la naturaleza que le rodea.
d.    Los conceptos de información y datos no son unívocos en definición.
e.    El hombre tiende a perder la capacidad motriz de la escritura manual por efecto en los adelantos tecnológicos.
f.     Las nuevas tecnologías desplazarán a los tradicionales soportes, formatos y portadores en papel como hoy se les conoce, por motivos ecológicos; pero sobre todo por el uso generalizado de estas.
g.    Finalmente, el texto es producto y desarrollo ulterior de una síntesis social subsumida en la subjetividad cognitiva del ser humano al pasar de una relación social oral a otra de subjetividad textual de competencia cognitiva.

Notas



[1] Licenciado en Administración Comercial por la Universidad Central de Venezuela (UCV), Caracas, 1987. Estudios de postgrado en Lectura y Escritura (inconclusos), Universidad de Los Andes, Mérida, 2013. Se ha desempeño en la docencia media y universitaria de manera simultánea en el Instituto Universitario de Educación Especializada (IUNE); y en el Liceo Bolivariano La Azulita, Municipio Andrés Bello, Mérida/Venezuela (código postal 5102). (dirección.lbla@gmail.com). Ejerció profesionalmente en el Ministerio de Finanzas (Superintendencia de Bancos y Otras Instituciones Financieras - SUDEBAN), como en la empresa privada.



[1] Preferimos evitar los verbos copulativos “Ser” y “Estar”, de forma que la semántica de lo allí tratado explicite mejor la significación de lo que queremos expresar para así eludir las anfibologías que dichos vocablos producen. (N del A)
[2] Queremos englobar con esa palabra a esos primeros elementos comunicacionales, que van desde el estadio salvaje pasando por la barbarie, esclavitud y feudalismo; hasta la aparición del papel tal y como hoy se le conoce con la invención de la imprenta. (N del A).
[3] Para una mayor profundización sobre el tema, véase a Beléndez, A. (2009). Holografía: ciencia, arte y tecnología. En: Rev. Bras. Ensino Fís. vol.31 no.1, 1602-12, São Paulo Apr. 2009. Disponible: http://dx.doi.org/10.1590/S1806-11172009000100011   
[4] Sostenemos diferenciar la semántica entre Información y datos en beneficio de la claridad en las investigaciones futuras de las ciencias sociales, en las que se consideren dichos vocablos como premisas básicas. (N del A).
[5] La idea es destacar y emparentar este concepto con el asunto de fondo tratado inicialmente en la discusión sobre el soporte, en razón de su contenido como información asumida por investigadores; y que nosotros denominaremos datos: signos y símbolos desconocidos e incrustados en soportes naturales al instante de su descubrimiento, que hemos dado en llamar soportes “rustitrogloditas”. (N del A).
[6] Se asume dejar por fuera los sistemas escriturales sígnicos rustitrogloditas por razones anacrónicas, pues tales sistemas han pasado a ser solo objetos pasivos en interés de las ciencias arqueológicas. (N del A).
[7] Según nuestro criterio y tesis expuesta agruparíamos tal clasificación así: Libros de narrativa, textos académicos argumentativos, textos académicos descriptivos, libros de teatro o dialógicos; y textos académicos musicales.
[8] Para una mayor abundancia informativa véase: Marín, M. (MMVI). 6. Los textos: tipología. Competencias pedagógicas para el docente del siglo XXI. En LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA, Tomo V, (pp. 171-204). México, D.F.: LAROUSSE biblioteca Didáctica.

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