El texto actual desde una síntesis social o de subjetividad de competencia cognitiva
http://coobis.com/es/b/18647 Liceo
Bolivariano La Azulita
Resumen
Es indudable que el hombre ha dependido de la estructuración
de su cognición para salir del oscurantismo salvaje primigenio desde su aparición
sobre este planeta. Esa constitución única de su cerebro y racionalidad es una ¿suerte
de animal bípedo?, o
¿condición innata? Como quiera que tal cualidad fuese una
ventura manifiesta la misma lo ha catapultado más allá de lo inimaginable de su
estadio natural primitivo, permitiéndole desplegar un abanico de actividades
propias a su naturaleza de práctica tecnológica e intelectiva de saber
inimitable.
Ese comprender gregario de su contexto primario cultural precario,
itinerante en su desarrollo subsecuente, ha devenido en una síntesis social
particular en que la adquisición del lenguaje ha pasado de una relación social
oral a otra de subjetividad textual de competencia humana.
Palabras claves: Texto escrito, trascendencia subjetiva, síntesis social
escritural, cognición, práctica tecnológica, comprender gregario, subjetividad
textual.
Abstract.
It is undoubted that man has depended on the structuring of
his cognition to leave the primordial savage obscurantism since its appearance
on this planet. That unique constitution of your brain and rationality is a
bipedal animal, or an innate condition? As such a quality is a venture
manifests itself has catapulted it beyond the unimaginable of its primitive
natural stage, allowing it to deploy a range of activities of its own to the
nature of technological practice and intellective inimitable knowledge.
That gregarious comprehension of its precarious cultural
context, itinerant in its subsequent development, has become a particular
social synthesis in which the acquisition of language has passed from an oral
social relation to another of textual subjectivity of human competence.
Key words: Written text,
subjective transcendence, scriptural social synthesis, cognition, technological
practice, gregarious comprehension, textual subjectivity.
1.
Los prolegómenos del texto
Acaso el inicio
de este artículo se presente un tanto equívoco; mas no por las inferencias de
nuestra cognición pues ello resulta más que obvio sino por las interrogantes que
nos haremos e introduciremos más adelante como desarrollo de esta tesis.
No obstante, desde el punto de vista epistemológico es
pertinente entrar en dicho estudio bajo algunas incertidumbres presentes en el
ser humano cuando su percepción de la realidad lo desconcierta, como razones
especulativas de nuestros planteamientos con las cuales iniciaremos dicho estudio
para apercibir al lector de que no es un asunto por demás evidente la adquisición del lenguaje; pero
asimismo de la destreza de la escritura como parte del habla, de la habilidad
textual como suplemento cultural de un sujeto herramienta necesaria y
complementaria en el logro de una mejor calidad de vida.
Ello parecería irrebatible
si consideráramos las diversas investigaciones referidas al estudio de casos de
adquisición del lenguaje, en especial el concerniente al del niño salvaje de
Aveyron hallado en la región francesa de Lacaune en 1799. Como se ha sabido por
continuadas indagaciones, el advenimiento del lenguaje en el ser humano aún
presenta incongruencias de criterio entre los investigadores:
Creemos que el caso en cuestión sigue teniendo
interés no sólo por lo que se refiere a la problemática de la adquisición y
aprendizaje del lenguaje (…) sino también porque constituye un magnífico
ejemplo de los antecedentes inmediatos de los estudios empíricos sobre las
relaciones entre desarrollo y aprendizaje, así como de su trasfondo filosófico.
Carretero, M. (MMVI: p. 183)
Quizá este tema conserve por mucho tiempo fascinación
para la ciencia cognitiva. Se adentre todavía más en los socavones cerebrales de
especialistas y estudiosos para desentrañar lo que aún resta sobre esta
materia. Así que reflexionaremos en el desarrollo de nuestra tesis desde la
propia “intencionalidad” humana al considerar la subjetividad del ser como
perspectiva filosófica del “ser para sí”, desde un trascender contínuum; esto es, como ente.
De modo tal que los
planteamientos anunciados supra son estos: ¿por qué o para qué se nace?, y bajo
qué poder se nace siendo “sujeto”. Son interrogantes en la mente del hombre
cuando se tiene conciencia de la “substancia” que habita nuestra subjetividad.
Tal vez dichas preocupaciones no acuden a todos por igual. Si bien la segunda
no es un agobio central en el razonamiento del humano, la primera de estas es un
“gusanillo” inmanente, persistente que horada nuestro cerebro como
fenomenología del espíritu hasta cierto estadio de nuestro existir.
En el buen sentido
husserliano, se estaría en presencia de un “positivismo absoluto”, Husserl
citado por Ferrater, j. (2000: p. 147); vale decir, como algo único y provechoso
sin relación de causa que no ofrece dudas. Ello parece y aparece como un “innatismo”,
un a priori, una epifanía para los
espíritus “alertas”; una eidis
acaecida en el ente trascendental e individual para ser convertida, luego, en un
a posteriori fáctico: me refiero
realizable lo cual implicaría un indagar, un descubrir de las virtudes infusas
del ser. Motivación gnoseológica e intencional perseguida como objetivo superior
del sujeto cognoscente; toda «(…) vez que
cualquier vida humana, por intrincada y populosa que sea, consta en realidad de
un momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.» Borges, J.
L (2005: p. 158)
Pero por otro
lado y bajo la premisa más significativa de aquellas dos obsesiones, nos
interrogamos, ¿nacemos para ser una brizna contingente de las circunstancias?
He ahí el dilema primigenio del ser humano, descubrir el “diamante bruto” incrustado
en lo profundo de su existencia como ente, de su potencial cognición; esto es,
dar sentido a su realidad particular en este plano terreno-temporal.
No obstante a
muchos seres humanos se nos va la vida en trivialidades o en una actitud
particular de gravidez intrascendente. ¿O tal estado es un “innatismo”
necesario y suficiente connatural de desarrollo sociocultural precario? Quizá
esa clase de carácter sea congruente entre algunos seres de nuestro género, o
¿es una forma connatural de alienación?,
(…) esa creencia de que existe una esencia inmutable del hombre que, a
veces y por motivos puramente circunstanciales, organiza sociedades [o que se
preocupa por trascender su condición particular cuando le aviene la conciencia
de su destino como ente] que le obligan a ser algo distinto de lo que naturalmente es, ha sido y será siempre.»
Bufalo, E. Del. (2007: p. 4)
Pero este último
juicio se presenta, a mi juicio, como una aporía a los ojos de la historicidad
filosófica. Resulta oscura y falible tan solo como puntos de vista y muelle
para razonamientos propios divergentes y de saberes particulares del cogito.
Como quiera que
esto último fuese así, algunos individuos presentan un dilema existencial
irresoluto a nuestro real parecer, el cual se corresponde con posturas
filosóficas e ideológicas subsumidas en el contexto histórico-social admitidas
o presentes en su estructura cognitiva y heredadas de este último; pero también
de valores posibles de ser modificados en el tiempo de acuerdo a su libre
arbitrio, ideales e imaginación. Se colige de todo lo antes dicho la trascendencia
de una sociedad, deudora, al mismo tiempo, de sus mejores mentes.
Ahora bien,
respecto de la última de las inquisiciones introductorias de este ensayo; esto
es, bajo qué poder se nace siendo un sujeto diremos entonces, que nacemos “sujetados”.
Veamos una, pero exacta explicación, proveniente de fuente latina la de esta
palabra:
En su significado
original, físico y moral, el participio subiectum, pues, significa
"arrojado, lanzado, puesto debajo de, sometido", y así aparece como
usual en los escritores latinos, sea bajo forma verbal (por ej.: subiectum est
= "fue sometido"), adjetival (como en homo subiectum = "esclavo sometido")
o sustantivada (así en subiectum = "el sometido"). Guzmán Brito, A. (2002: pp. 151-247)
En consecuencia
ello evidencia llegar a este mundo forzosa y necesariamente, bajo una natural
subordinación correlativa de supervivencia atados a un poder de resguardada soberanía;
esto es, bajo tutela de progenitores y/o tutores así como también de preceptores
indispensables. Dominio este que más tarde soltará amarra definitiva para
navegar, ampliar y explorar en el mar de una cognición potencial finita de
nuestro ser substancial. Devenir histórico por vocación, decretado o producto
de las circunstancias. Pero por otro lado:
La duda acerca del valor de su saber lo acompaña
siempre [¿o la incertidumbre del derrotero de su vida?] y en el fondo esta actitud
expresa una duda sobre su pretendida soberanía. Quizás sea por eso que la
teoría del conocimiento tenga su mayor florecimiento y preeminencia
precisamente cuando el sujeto exalta con mayor vigor su soberanía. Bufalo, E.
Del. (Opus.cit. pp. 23 - 24)
Con la finalidad
de entender esto, vislumbramos una correspondencia entre la sabiduría como duda
del sujeto cognoscente y el proclamado parecer ¿para qué se nace?, como
inseguridad (igualmente duda inmanente del sujeto) de su devenir histórico. Adquisición
progresiva del conocimiento imbricado en su entorno social; pero también de esa
sumisión originaria o de subiectum
conducente al despertar definitivo de la modificación de su propia soberanía,
de su particular “yo”; de una subjetividad consecuente de ética personal, social
producto de una síntesis de su entorno socio-histórico genealógico.
Mas,
contrariamente en cambio, y bajo suspicacia, nos adherimos a lo señalado supra
en el hecho favorecedor ¿tan solo para sujetos alertas de espíritu como un
estado, asimismo, de innatismo necesario? Al parecer todo esto resulta en una
aporía (ὰлоρíα).
Pero por lo
contrario ¿acaso el hombre no ha trascendido a partir de su aparición sobre
este planeta desde su primer estadio primitivo, hasta llegar a su fase actual
de desarrollo social y cognitivo? Tal interrogante nos permite elucidar con mayor
claridad, y hurgar en la retrospectiva originaria de los humanos respecto de lo
esencial de esta controversia. Ello nos lleva a la fenomenología de Husserl referida
a la “intencionalidad”, como parte de su método y de lo que él llama “vivencias
intencionales: « (…) Reconocemos bajo la intencionalidad la propiedad de las
vivencias de ‘ser conciencia de algo’»: Husserl citado por Ferrater, J. (Opus. cit. p. 204)
Así que a manera
de ir ajustando nuestra posición en este debate, eso de permanecer[1] consciente en
ese estado de atenta vigilia de la conciencia, nos evita la mala condición del
automatismo; de esa mediocridad perversa y apercibirnos de nuestros propios
actos, del suceso histórico del dasein (ˈd̥ɑːza͡ɪ̯n) para de esa manera beneficiarnos del ser
gnoseológico, de nuestra propia soberanía, de nuestros Eidos (εἶδος) más preciado.
Pero también desde una enseidad estética originaria con la sola excepción de
las normas heterónomas, y resaltar nuestra otredad elevándonos a la condición
de demiurgos en honor al auto-sacrificio realizado por el mito de Prometeo en
beneficio de la humanidad ¿o de unos pocos hombres?
Tal idea
parecería insinuarnos Ribot, citado por Ingenieros, J. (2003), en su obra El Hombre Mediocre:
‘Indiferentes’ ha
llamado Ribot a los que viven sin que se advierta su existencia. La sociedad
piensa y quiere por ellos. No tienen voz, sino eco. No hay líneas definidas ni
en su propia sombra, que es, apenas, una penumbra.
Cruzan el mundo a
hurtadillas, temerosos de que alguien pueda reprocharles esa osadía de existir
en vano como contrabandistas de la vida.
Y lo son. Aunque los
hombres carecemos de misión trascendental sobre la Tierra, en cuya superficie
vivimos tan naturalmente como la rosa y el gusano, nuestra vida no es digna de
ser vivida sino cundo la ennoblece algún ideal: los más altos placeres son
inherentes a proponerse una perfección y perseguirla. Las existencias
vegetativas no tienen biografía: en la historia de su sociedad sólo vive el que
deja rastros en las cosas o en los espíritus. La vida vale por el uso que de
ella hacemos, por las obras que realizamos. (pp. 38-39)
Así que estamos
obligados a trascender, dejar huellas, pero el ámbito del quehacer del hombre no
está tan solo en las letras. Estas son, quizá, junto a las bellas artes según
nuestro entendimiento; una de las grandes manifestaciones de las que el espíritu
humano engreído de sí mismo puede demostrar con su escrituración, los planos
sublimes de lo que su ilustrada cognición le permita; expresar con el
advenimiento de su verbo y lenguaje adquirido lo más profundo y perfectible de
su entelequia; lo más excelso, celestial brotado de su espíritu.
De manera entonces, que el hecho en sí, es lograr la
excelencia en lo que el ser con empeño, dedicación, amor en todas sus variantes
anhele como objetivo ideal, y, como parte de ella, el peculiar proceso de la “competencia
textual”.
En nuestro caso
particular la temática de este ensayo pasa desde una burda oralidad hasta
llegar a la magnificencia como competencia textual, productora de tales objetos
considerados sistemas de unidad comunicativa
de mediación cultural; conocimiento y enseñanza representados en la generalidad
textual, como se le percibe hoy.
Con toda esta
explicitación queremos llegar, retomando lo anunciado en párrafos anteriores, a
los actos de “atención” intelectiva de los primitivos humanos como condición de
aprendizaje producto de un cogito burdo
de estructuración primigenia de su cognición; trascendencia potencial de su
estado primario devenido en demiurgo para competir con el Verbo divino, crear
sus propios mundos a partir de sus embrionarias articulaciones guturales, “gruñidos”
iniciales propios, connaturales. Apremio necesario de un sistema de
comunicación rudimentario en ciernes, embrionario y perfectible acompañado,
desde luego, con toda clase de gesticulaciones propias de su estadio autóctono
existencial; de posturas y movimientos complementarios como símbolos en
formación de un sistema prístino de comunicación generador de objetos
culturales, resolución de problemas, necesidades prioritarias de inmediatez
básica: el arribo del texto como competencia humana indispensable en la expansión
de su urgencia comunicacional y de su cultura.
Lo anterior nos lleva a considerar, al
mundo natural, como el prístino soporte y formato de una escritura entrecruzada
de significantes y significados en un texto desplegado a los sentidos de los
primeros homínidos. Con posterioridad, el hombre primitivo utilizaría algunos
de aquellos referentes naturales así como también los producidos por él como: arcos,
flechas, lanzas, macanas… incrustándolos en los primeros soportes y formatos de
los cuales se tenga conocimiento: paredes de sus refugios naturales; grandes
rocas en el espacio abierto; la misma inmensidad desplegada como soporte y
portador a la vez para la transmisión de las primeras señales, descubierto el
fuego: el humo, pero asimismo en la comunicación por sonidos de percusión
tamborilera. En lo sucesivo denominaremos a todos estos elementos naturales como:
soportes, formatos y portadores “rustitrogloditas”[2] disponibles en
tal contexto de estadio primitivo; conformadores de un sistema prehistórico de
comunicación tribal de intención mágico-religioso, abono existencial, inevitable
e incalculable del texto actual y
futurista por venir.
Después de todo,
la naturaleza se le presentaba al hombre primitivo como la única posibilidad de
lectura ofrecida a sus sentidos. Exclusivo medio utilizable y disponible de
adquisición de conocimiento y difusión del mismo para acceder a la
estructuración y desarrollo de su potencial cognición. En esta dirección la
obra El Viajero, la Torre y la Larva,
refiere a ese respecto lo siguiente:
Las montañas y los valles se volvieron parte de
una lengua divina que debemos desentrañar, los mares y los ríos llevaban un
mensaje del Creador y, como pensó Plotino en el siglo III, “si vemos las
estrellas como si fueran letras, podemos, si sabemos cómo descifrar este tipo
de escritura, leer el futuro en sus configuraciones”. La creación de un texto
en una página en blanco se asimiló a la creación del universo en el vacío, y
cuando San Juan declaró en su evangelio que “en el principio era el Verbo”,
definió en la misma medida su tarea de escriba y la del Autor mismo. Para el
siglo XVII, los tropos de Dios como autor y del mundo como libro estaban tan
arraigados en la imaginación occidental que fue posible retomarlos y
reformularlos (…). Manguel, A. (2015: p. ˢ/ᶰ)
Así las cosas,
desde los primeros albores de la humanidad, hasta el presente cuando el hombre
abrió los ojos por primera vez en su hábitat de origen; el mundo se le presentaba
como el primer libro en su vasta inmensidad, abierto a sus sentidos para ser
leído y dar fundamento al drama de su existencia. En la misma medida de su desarrollo
y crecimiento esas páginas se le desplegaban a su real saber y entendimiento para
desentrañarlas en consecuencia, según su construcción y desarrollo cognitivo.
De manera que para
el hombre alerta, para el sabio que bebiendo en las “hojas” de ese globo terráqueo,
de ver e interpretar aquel prístino santuario natural ha venido a configurar,
estructurar su cognición ancestral y primigenia de humanoide; pero asimismo
recomponer las planas de ese inmenso texto natural e incorporarlo a su
imaginario social desde sus primeros pasos hasta su compresión natural
definitiva; a la expresión mínima de síntesis social como consecuencia del
constructo de su saber: a un sistema de comunicación global nada previsible,
que le ha permitido acercarse a otras culturas antes inaccesibles, remotas e
inimaginables al modificar su condición primitiva de nómade. Todo, gracias a la
evolución de aquel primer sistema de comunicación rustitroglodita.
2.
Soportes,
formatos y portadores textuales, naturaleza. El paratexto.
En el desarrollo
de esta tesis introdujimos un neologismo supra (rustitroglodita), acepción considerada
pertinente, a nuestro parecer, exigida por la necesidad de una cristalina explicitación
como forma de enfatizar la significancia de los ciclos previos por los que ha transcurrido
un sistema comunicacional desde su oralidad a la de texto escrito, hasta llegar
a los sistemas de comunicación virtual conocidos. Dicha expresión funcionará
como sintagma adjetival para designar aquellos primeros elementos no librarios utilizados
como base, y configurar los primeros sistemas de comunicación empleado por los primitivos
homínidos en cierta fase de su desarrollo tribal.
2.1.
El soporte.
Concepto y naturaleza
Acogiéndonos al
diccionario de La Real Academia Española (RAE) en su Vigésima Segunda Edición
(2001), extraemos la acepción de la palabra soporte la que define así: «ǁ 4. Telec. Material en cuya superficie se
registra información, como el papel, la cinta de video o el disco compacto».
Por su parte el
Diccionario Enciclopédico Larousse ─en lo sucesivo DEL─, en su versión (2008)
establece como significado para el mismo vocablo el siguiente: «4. INFORMÁT. Medio
material, tarjeta perforada, disco, cinta magnética, etc., capaz de recibir una
información, transmitirla o conservarla y, después, restituirla a petición.»
Estos primeros
conceptos de soporte contenidos en los clásicos glosarios remiten, en principio,
tanto a su naturaleza material como a su finalidad distintiva; es decir, la de
recopilar información o ¿a datos?, destinada a la comunicación así como a
cierta uniformidad de criterio clasificatorio; perspectiva que circula desde el
papel hasta la telemática.
Según se aprecia,
la información como finalidad contenida en el soporte se adjudica, de manera
inextricable, al propósito pertinente de los sistemas de comunicación por
rústicos y aldeanos que estos aún lo sean o existan en algún punto de la tierra,
en los tiempos que corren.
Además de las definiciones antes citadas, Marín, M. (MMVI:
124), conceptúa el soporte como «Ese material físico que se usa para reproducir
un texto (…)».
A su vez, a esto
se suma la evolución alcanzada por dicho elemento en el transcurso de la
historia desde los más rustitrogloditas de esas primeras piezas como: arcilla,
piedras, rocas paredes; materiales metálicos y no metálicos pasando por la
seda, madera, papiros así como por los más recientes componentes electrónicos y
electromagnéticos digitales sin olvidar el impacto que tuvo la referida pieza
mucho antes: aparición de la imprenta. Marín, M. (Opus. cit. pp. 124-125)
Pero además, y,
por añadidura, no debemos obviar la técnica holográfica como soporte novedoso
que, aunque con avance configurativo tímido, irresoluto aún de inusual regularidad
para el almacenamiento completo de textos, como significativo logro; agrega una
naturaleza tan excepcional y extraña como distinta al soporte mismo y al
formato. Diría que etérea en su abstracta formalidad espacial:
A pesar de las cuatro décadas que lleva existiendo
esta tecnología, es aún poco conocida (…) así como el potencial de las memorias
holográficas en el campo de la información y la documentación. García, L. (2005:
p. 141)
Está claro que
este novedoso descubrimiento deparará seguramente con mayor incidencia, satisfacción
y placer no solo por las lecturas y composiciones textuales de los distintos
géneros literarios existentes a las generaciones futuras adaptadas y acostumbradas
ya, al uso de las vanguardias tecnológicas sino que la experiencia escritural y
lectora será ahora, con la técnica holográfica utilizando un paralelismo o
analogía psicopedagógica: si aceptamos este último planteamiento, como contestatario
e irreverente visto desde una perspectiva educativa de avanzada; ofrecer una alteración
emotiva o algo parecido a una alucinación psicodélico-abstracto-sensitiva inducida
por los psicoactivos.
Este aparte de
nuestra investigación, respecto de la holografía, se tocará de manera
tangencial[3] tan solo para
referirnos al resguardo o grabación de datos susceptibles de ser convertidos, con
posterioridad, en información documental.
De forma que
precisaremos algunos señalamientos sobre este innovador soporte, a la vez que
formato, relativo a la actividad escritural así como lectora; pero desde la panorámica
exclusiva del “holopoema”. Propuesta atrevida de su fundador experimentador el
brasileño Eduardo kac; sensacional cuerpo con el cual ha ensayado la poesía en
holograma citado en Holopoesía por Wikipedia
(2015), quien conceptúa al “holopoema”, así:
Se denomina "holopoesía" o "poesía
holográfica" a aquellos textos con contenido poético desarrollados por
medio de la utilización de la técnica holográfica. El brasileño Eduardo Kac,
fue el creador de la poesía holográfica (hacia 1983, junto al técnico holográfico
Fernando Catta-Petra). Su trabajo consistió en la creación de textos poéticos
estructurados luminosamente en el espacio, respetando cabalmente la fisiología
humana mucho más que el texto escrito en un espacio bidimensional, puesto que
aprovecha la visión binocular y las facultades mentales adscriptas a la
percepción de los objetos. En el proceso creativo se pueden configurar sintaxis
orbitales, elipsoidales, curvas, etc., que rompen con la tradición monoscópica
de la poesía. Wikipedia. (2015, 19 de octubre)
De acuerdo con
esta técnica el sujeto perceptor rompe con la fijeza convencional de la grafía
textual en formato del papel, para adentrarse en una lectura experiencial alucinante
de un escrito que flota, circula y orbita producto de su visión binocular en un
soporte etéreo-espacial sin perder la perspectiva tridimensional del texto.
Ello significa subvertir el estatismo y la rigidez de lo plasmado en un formato
tradicional, lo cual equivale, de acuerdo al nivel cognitivo del lector,
respecto de las “sintaxis orbitales”; destruir forma y estructura original del
texto al producir construcciones gramaticales a su antojo derivado de su nivel
de literacidad con deconstrucciones divergentes, tanto como constructos
textuales disímiles; pero a su vez con la oportunidad de configurar estructuras
cubistas o caligramas con los signos que nadan en el “comprimido” firmamento de
este novedoso soporte. De manera que estamos en presencia de una realidad nada
convencional en sí misma.
Así que, según
la técnica holográfica, irrumpe ahora el etéreo espacio como un elemento más de
los sistemas de comunicación; pero no únicamente para el arte de la escritura
desde la óptica del soporte y el formato, sino también para la enseñanza y
estudios de análisis de objetos y diseños de piezas a la vez industriales como
artísticas desde el punto de vista del arte plástico. De forma que, si se nos
permite la digresión, se sabe que Dalí expuso en un museo de Nueva York (Galería
Knoedler), en 1972, algunas de sus obras con la técnica holográfica, en la que
hizo presencia su descubridor Dennis Gabor (1900-1979). Beléndez, A. (2009: pp.
1602-16)
Pero de igual
modo, y respecto de toda esta original tecnología, no sabemos precisar en qué
momento, también, tanto Rimbaud como Mallarmé tuvieron la visión de trasgredir
la rigidez y formas de la poesía para llegar a la plasticidad estético poética.
Reverdy, P. (1977: p. 41)
Mas la influencia de Eduardo Kac con esta rebelde primicia
al construir una poética volátil, etérea, inasible e impalpable desde el formato
holográfico; le ha sido posible renovar e implantar una singular manera de
plasmar y leer poesía desde otra perspectiva, que de seguro no escapará a la cruel
y despiadada crítica de posibles detractores, como acaeció con la insurgencia
de la plástica poética o poesía cubista.
Es por demás
evidente, bajo los esquemas de la holopoesía, una manifiesta necesidad lectora
de absorto ensimismamiento y abstracción unánime, ya que tal realidad virtual
etéreo-abstracta es de un parecer preceptivo exigido pues una lectura silenciosa
demanda con tales medios tecnológicos una ascesis lectora, desplegar la
imaginariedad, ya que como bien lo relata Borges en su comentario de San
Agustín del libro VI las Confesiones:
«‘Cuando Ambrosio leía, pasaba la vista sobre las páginas
penetrando su alma, en el sentido, sin proferir una palabra ni mover la lengua’(…)».
(Opus.cit. p. 714)
Una lectura así,
en holograma, comportaría un experimento sucedáneo al padecido por el monje del
siglo IV, Ambrosio, cuando (…) «se inició el
proceso mental que, a la vuelta de muchas generaciones, culminaría con el
predominio de la palabra escrita sobre la hablada, de la pluma sobre la voz».
Borges, J. L. (Ibídem)
Algo me dice estimado
lector, que usted ha vivido una experiencia similar con tan novel tecnología; entonces,
bien por esa percepción holográfica si le ha ocurrido.
Pero más
adelante, continúa el egregio escritor argentino con un juicio lapidario
respecto del objeto de nuestro estudio temático, y de los actos asiduos del
tipo de lectura practicada por Ambrosio,
(…) el extraño arte que iniciaba, el arte de leer
en voz baja, conduciría a consecuencias maravillosas. Conduciría, cumplidos
muchos años, al concepto del libro como fin, no como instrumento de un fin [itálicas añadidas].» Borges, J. L. (Ibídem)
En virtud de las
apreciaciones, análisis y conceptualizaciones respecto del soporte; proponemos una definición que abarque su desarrollo desde
sus orígenes hasta llegar al estado actual sin obviar la puja existente entre
el papel, dominante hasta ahora en el rol del texto escrito, y la naturaleza
virtual que en estos momentos de desarrollo tecnológico creciente ha adquirido
tal componente comunicacional.
Así que tenemos
razones suficientes para actualizar un concepto sobre un elemento tan
importante de la comunicación textual como lo es el soporte, el cual debe incluir, ahora, la técnica del holograma. A nuestro
juicio lo catalogaremos a modo de un género o especie muy singular y
excepcional deudor de un contexto social primitivo, que deviene de la gradual
evolución de esa propia subjetividad social para transmitir; difundir
significados o intenciones a los que ahora se le adicionan los de vanguardia
tecnológica originando los soportes más extraños y significativos respecto de
su homónimo tradicional: el papel.
Así llegamos a
los sistemas de comunicación virtual-holográficos, producto de la necesidad
impuesta por una síntesis social histórica, cónsona con aquellos primeros
soportes del mundo troglodita; pero de características especiales propias,
etéreas que lo alejan en tiempo y espacio de sus precedentes originarios.
Desde nuestra
óptica general este aporte para una conceptualización sobre una pieza
imprescindible de la comunicación textual, como lo es el soporte fundante de los primeros rudimentos escriturales; se le
otorga un valor en su origen mismo como componente vital del texto escrito tanto por su variedad
como por sus características evolutivas, uso y finalidad aparejado asimismo con
el desarrollo sociocultural del hombre por su esencia ontológica así como del
objeto en sí; pero también por la heteronomía de su consensuada voluntad tribal,
progresiva, impuesta por sus particulares contextos sociales sucesivos.
De tal forma, que una re-conceptualización
para el vocablo soporte así como la que más adelante daremos para el formato, dúo
inseparable de una misma configuración del objeto texto, se tornan
imprescindibles por la concepción misma del desarrollo implícito aparejado de
ambos elementos en el sistema que conforman uno y otro componentes.
Pero del mismo
modo es de imperativo parecer epistémico aclarar y deslindar dos términos: datos e información pues se suele hacer uso indiscriminado e impreciso de
estos vocablos en especial del último de estos, no solo en el ámbito educativo
y en el de otras actividades profesionales para asignar valoraciones
cualitativas de naturaleza distinta a hechos
investigados y sistematizados; sino porque existe una estrecha separación
semántica en el metalenguaje de uso general estandarizado por diseñadores y
programadores de sistemas informáticos administrativos, preciso de dichas voces,
pues de otro modo los resultados esperados de procesar datos en estos sistemas de información
gerencial resultarían cualitativamente afectados; y que para nuestro propósito
se torna ineludible la claridad semántica
de los mismos por la “intencionalidad”
cognoscente del lector respecto del tema que nos ocupa.
En tal sentido
es importante tener en consideración de cómo la percepción de símbolos y
señales, como simples datos en
reposo contenidos en un soporte
determinado asumen perspectivas diferentes al tratarse de diseños de los
sistemas aludidos en la implementación de modelos de toma de decisiones de planificación
gerencial, o de cualquier actividad profesional y modifican el comportamiento
de los ejecutivos cuando estos pasan de simples observadores de un cúmulo de datos, a otra de análisis y conversión final
de estos últimos en información para
la planificación estratégica de mercados, programas financieros, estudios arqueológicos
y antropológicos concluidos y sistematizados; de educación…
Ello significa respecto
de lo antes expuesto, hacer abstracción a partir de una crítica epistémica explicativa
sobre las palabras mencionadas y en discusión (datos e información); convenir en una generalización autónoma e
independiente de dichos términos por el uso unívoco e inadecuado, que de ellos hace
un aspecto filosófico de la pedagogía textual debatida en esta tesis.
As que, desde la
perspectiva de la actividad administrativa del diseño de los sistemas mencionados
cabe citar, al respecto, a Murdick, R & Ross, J (1975), cuando afirman:
Los datos pueden
considerarse como señales, ordinariamente observaciones registradas, que no
afectan actualmente el comportamiento. Sin embargo, los datos pueden convertirse en información, si se afecta el comportamiento. (…)
Hasta que los datos se vean y se organicen debidamente para presentarlos a un
gerente [o especialista en
criptografía clásica o medieval[4]], para que reaccione a ellos, no son información. (p. 357)
Esto sugiere pasar
de una condición pasiva de simple observador de signos y señales a una de “intencionalidad”.
De un quehacer definido de interés particular requisito necesario a nuestro
juicio para que, una sucesión de caracteres o datos considerados simples trozos de información, analizados y
evaluados; nos lleven a conclusiones racionales ajustando estudios y
observaciones a los hallazgos realizados, pues los datos vistos desde la imparcialidad del investigador son el
fundamento de la ciencia. Arias, F.
(1975: p. 75). Así, de esta forma, los datos
asumen el carácter definitivo de información.
De manera tal que
los datos según nuestra opinión
equivalen a señales o signos abstractos, indefinidos sin valoración ni
representación ninguna cuando la ciencia arqueológica los observa por primera vez,
o el lector se enfrenta a la presencia de un texto referido a una temática
desconocida o, si se quiere, a un texto escrito en idioma extraño para él. Serían
meramente textos incoherentes según la lingüística. De donde se sigue que para
cualquier indígena o comunidad no alfabetizada en lenguas modernas, en regiones
remotas del planeta, nuestros textos le serían totalmente incoherentes tanto
como para quien habla solo su lengua materna e inversamente.
Pero por otro
lado, aun cuando una definición de
información pudiera deducirse de la acepción de datos aportada por Murdick, R & Ross, J (Ibidem) allí implícita; una distinción conceptual es muy apropiada
académicamente. De manera que tomaremos de estos peritos tanto en conocimiento
administrativo como en diseño de sistemas informáticos, su criterio respecto de
la primera de estas dicciones (datos).
De igual forma concordamos
con la cita expresada por los científicos sociales inserta supra relativa al concepto
de información. Según hemos visto la
misma está sujeta, por lógica sucedánea, por trozos de signos que influyan en el
comportamiento del investigador cuando este u otro científico, atraído por grafías
extrañas específicas reveladas, decida interpretar; o un determinado texto sea
tal, primitivo (rustitroglodita) o moderno contentivo de signos o símbolos[5] desconocidos como sistema de comunicación humana establecido.
Pero así mismo es el uso y estimación que de ellos se haga, como elementos constitutivos
de una estructura semejante, para catalogarlos en definitiva como información y que a nuestro parecer definen
a un texto como lo que generalmente es aceptado. Ello incluye, por dialéctica
propia, darle una valoración categórica a la coherencia textual según se ha
señalado ya.
Lo expuesto,
entonces, es de concluyente consideración a los ojos de investigadores, estudiosos
de textos antiguos y/o especialistas en criptografía
general; pero asimismo para lectores de un texto moderno cualesquiera que estos
sean ya en idioma desconocido o sobre temas escritos en un metalenguaje no
usual para el lector.
Esto equivale a
considerar la incrustación en soportes
de cualquier clase como simples continentes de datos ordinarios; en textos librarios
y no librarios (estos últimos rustitrogloditas), contenedores de datos de algún interés particular por
la ‘intencionalidad’ que se tenga de estos.
Tal ‘intencionalidad’ puede tomar dos tipos de motivación
perseguida en la lectura o descifrado de datos
desde un específico soporte para el sujeto cognoscente; uno de tipo eferente (información)
y otro de índole estético (artístico sensitiva y lúdico).
Vistas así las
cosas las bibliotecas en general pasarían a ser contenedoras de textos con datos sujetos de ser convertibles,
potencialmente, en información útil para los usuarios con el carácter
contentivo y proclive a su interés preferencial.
2.2.
Formato. Concepto
y naturaleza
Desde el punto
de vista de la RAE esta define el formato así: «(Del fr. format o del it. formato).
m. Tamaño de un impreso, expresado en relación con el número de hojas que
comprende cada pliego, es decir, folio, cuarto, octavo, dieciseisavo, o
indicando la longitud y anchura de la plana;
[esto es, papel]. ǁ 3. Conjunto de características técnicas y de
presentación de una publicación periódica o de un programa de televisión o
radio. ǁ 4. Inform. Estructura de un disco
[compacto] dividido en campos y pistas según un determinado sistema
operativo, lo que permite almacenar en él información.
Según se aprecia,
el concepto alude de forma explícita al texto tradicional impreso como lo es el
libro objeto de manipulación natural. Asumimos de manera inclusiva, desde su
referencia a las publicaciones periódicas por analogía, la sugerencia también
para el libro en su condición de portador como elemento de fácil traslado,
disposición y oportuna lectura así como continente acumulador de datos. Alude, igualmente, a
características específicas de dimensiones y medidas observando diversidad,
tipo, clase de libro o texto. Respecto del exacto concepto que estos últimos
términos asumen nos centraremos más delante de ellos. Asimismo hace referencia
al volumen o cantidad de hojas tanto como a la variada naturaleza y temática
del libro en sí, y al formato digital de esta nueva y revolucionaria tecnología.
Por su parte, el
DEL plantea el concepto de formato así: «s. m. Tamaño de la tapa o de la
cubierta de un libro. 4. INFORMÁT.
Estructura que caracteriza la presencia de la información en una computadora,
durante una transmisión, o en un soporte de entrada o de edición de resultados».
Como se ve, existe
cierta discrepancia de criterio entre ambos glosarios en relación a una precisión
del concepto general de formato, ya que
mientras la RAE centra su significado en la configuración original estructural justa,
y total, de un elemento como lo es el papel en la forma elemental y variedad
dimensional del mismo, entendida y extendiéndose hasta el libro en su totalidad
física, forma y tamaño sin importar variedad o clase de texto como sinónimo de
libro; el DEL se centra de manera exclusiva en el recubrimiento de este; es decir,
a sus elementos paratextuales externos.
Pero por otro
lado, pensamos como inapropiado el empleo o uso lexical de la palabra “algo”,
que de ella hace este último glosario al referirse al cuerpo del impreso como
tal compuesto por la cantidad de hojas que integran a un texto impreso;
concepto este último que no satisface nuestro estudio.
De todo ello
resulta la colocación de un determinado texto
en un espacio escritural, cualesquiera sean extensibles al portador como componente de fundamento y origen del objeto
denominado libro.
Tal condición
conduce a la aparición de una variedad textual exigida y requerida por su
boceto, diseño tanto como por la variedad de la información por comunicar ¿o de
los datos?, sobre un dispuesto y delimitado formato: papel, pantallas digitales, cinematográficas…, así como
por las clases y tipo de géneros literarios que ocasiona: cartas, publicaciones
periódicas, narraciones… Esas características o naturaleza distributiva del formato sobre un determinado soporte se aparejan, además, al no ya
tan reciente portador virtual como
elemento integrante de la información e inciden y condicionan el quehacer del
sujeto escritor-lector; o al de simple espectador o ejecutor de información multimedia.
Es evidente, por
otra parte, el conocimiento letrado o literacidad académica, como competencia
cognitiva en el sujeto; distinguir los tipos de formatos para un mejor
desempeño social. Marín, M. (Opus. cit.
p.125)
De manera que revisadas
algunas conceptualizaciones del elemento formato
estamos en capacidad de expresar, que dicha voz presenta una extensa variedad de
uso y aplicación hecha de él pues su significado es unívoco de innumerables
objetos; e implícitamente al soporte
mismo en su diversidad como parejas inseparables lo cual incluye, del mismo
modo, los textos de mercaderías, empaques industriales y comerciales; los que
funcionan como tal. De allí que la expresión de formato se vale muy acertadamente de su empleo, como una función
estable y necesaria en la acumulación de datos,
insistimos en esto último.
2.3.
El portador textual
El RAE define
este término así: portador, ra. (Del lat. Portãtor, -õris). adj. Que
lleva o trae algo de una parte a otra. U. t. c. s. (Opus. cit.). Análogamente dicha definición es paralela a la
contenida en el DEL.
Desde la
apreciativa del interés e intención de esta sección y estudio se nos presenta
una definición por demás amplia, por lo que se vuelve imprescindible delimitarla
al ámbito o producción de un texto
en su especificidad, la del objeto cuyo propósito es la de un escrito de naturaleza
comunicacional literaria y propia en su conocida pluralidad de géneros.
Visto así el portador textual se presenta más que como adjetivo, como sustantivo justo,
conveniente encriptado en los sistemas humanos inauguradores de la comunicación
escritural aunados al soporte y al formato, integrantes sinérgicos de los
sistemas ultramodernos en versiones digitales modificadores no solo de la
naturaleza del texto sino, en particular, por dar origen al denominado hipertexto. Pero además por afectar tales
elementos, componentes de dicha tecnología, la actitud de lector y escritor
frente a tales piezas en pantallas electrónicas.
A su vez a toda
esta novedad tecnológica se le adicionan componentes coadyuvantes
enriquecedores del texto digital
como: tamaño, color y tipo de fuente; resaltados a selección y gusto y de
tantos aditamentos en dichos sistemas largos de enumerar en este estudio, y de
consecuencias tan visibles (¿o no?), como augurar, quizá, la pérdida motriz de
la escritura manual motivado a la introducción sucesiva de la computadora
personal o “laptos” en planteles de enseñanza pública y privada; pero
masificada casi en su total plenitud en países de muy alto desarrollo
tecnológico con efectos posibles en ese sentido.
Asimismo cabe
reparar en distinguir una gran diversidad de soportes físicamente variados; pero además portadores textuales disímiles como el añejo papel que permite su
fácil manipulación entre una gama comunicacional escrita: revistas, libros,
periódicos, dípticos, trípticos, folletos, récipes…; e inciden en una extensa
diversidad del objeto libro desde la perspectiva de su generación y producción
representado en una parte integradora y vital de él en variados matices,
expresado en el paratexto. Marín, M. (Ibidem)
Revisado lo
anterior estamos en capacidad de reformular, en el siguiente párrafo, el
concepto de formato ya anunciado
como asimismo el del portador; piezas
fundamentales estas de los sistemas comunicacionales escritos.
En tal sentido
se establece la siguiente redefinición. Se entiende como portador textual al
cuerpo espacial[6] tanto en papel
físico como virtual (electromagnético-digital, u holográfico), contenidos en soportes y formatos de índoles unívocas capaces de mantener incrustación de datos en el tiempo; potenciales de ser
convertidos en información por un determinado lector, o por seres “alienígenas”,
así como para llevar o trasladar físicamente o de manera virtual dichas
grafías.
2.4.
El paratexto
Si hay algún
elemento que puede abrirnos el camino a la lectura o engancharnos a esta como
suele decirse en los corrillos literarios, ese es el que este subtítulo lleva
por nombre.
El paratexto, si
se quiere, es al libro como las políticas a la planificación administrativa por
lo que se refiere a la toma de decisiones. En tal sentido « (…), las políticas
son guías del pensamiento en la adopción de decisiones.» Koontz &
O’Donenell (1970: p. 182)
De la misma
manera el paratexto persigue similar finalidad; esto es, inducir al lector en
una potencial lectura asumida desde una decisión eventual, posible o a partir de
la adquisición probable de un texto novedoso o por algún interés particular
específico. Pero por otro lado las políticas son tan variadas como heterogéneo
lo es el paratexto en los libros tanto en su exterior, como en lo interno del
mismo.
Los efectos
perseguidos por el paratexto pertenecen a la pragmática del texto. Representa
en su pluralidad las intenciones del autor mismo. Sin duda se puede afirmar que
el paratexto, como analogía y paralelismo planteado supra, corresponde a una de
las políticas intencionales del escritor mismo como impresión y resultado por
lograr frente al lector así como también por la perceptiva que este último haga
del texto, y de sus variadas interpretaciones.
Pero a su vez el
paratexto está diseñado como un acto de preparación para un posible abordaje
del libro frente a su potencial lector. A manera de pieza auxiliar de un
volumen textual despliega información previa e introductoria para una lectura definitiva,
o no, de su contenido cuando se lo tiene frente a sí. A este recurso se lo
halla en el exterior del libro: título, tapa, contratapa, solapa, ilustración;
es, en consecuencia, un elemento cooperante decisorio en la localización de datos de interés de tipo eferente o
estético. Como se ve, este elemento en su profusión:
(…), permite que el lector, antes de leer el texto, haga suposiciones acerca de su
contenido; por lo tanto, comenzará a leer con algunas hipótesis que guiarán o
condicionarán su interpretación (…). Marín, M. (Opus. cit. p. 127)
3.
El texto de la
era digital o hipertexto
Pensar en la
primacía y permanencia del libro, en su reemplazo como se le conoce en la
actualidad, es como no querer admitir la posibilidad que tiene el hombre de
abandonar este planeta en búsqueda de otros mundos habitables probables, sobre
todo si se consideran los éxitos logrados con el desarrollo tecnológico actual,
y de que tal quimera se convierta en una materialización nada utópica para
ambas realidades. Pero por otro lado esa misma tecnología empuja por motivos
ecológicos al abandono total y definitivo del papel, como componente natural
del texto tal como históricamente se le conoce en su estructura visual y
manipulación natural de tan noble y apreciable objeto.
Pero si bien perdemos
algunas ventajas con la desaparición paulatina del texto clásico tradicional,
del libro físico en su real maravilla, en esa misma medida las nuevas
generaciones van suplantando de forma natural sus quehaceres escriturales
rutinarios, producto de atributos y ventajas impuestas por nuevos elementos y técnicas
incorporadas a esa actividad por demás tan propia de la expresión escrita adquirida
en los humanos.
Visto desde una
perspectiva futurista, sopesar los valores del texto tradicional respecto de
uno digital, desde la panorámica de una satisfacción de necesidad intelectual
educativa en tiempo real respecto de la información más actualizada, disponible
en medios electrónicos; es una majadería generacional no convenir con dicho
planteamiento. Lo obvio de la situación no merece discusión alguna.
Así que el texto
digital o hipertexto se impondrá por fuerza de asiduidad y costumbre por la ya
no tan novedosa tecnología aludida, convertida por imposición irrebatible en
herramienta de uso convencional en los tiempos que corren.
Por
lo demás es incuestionable que el hipertexto, cual caja de Pandora, si bien
desató los “demonios” se presenta a las generaciones actuales y venideras como
el mal necesario e imprescindible de convivencia para eras totalmente
virtualizadas y digitalizadas. En estas circunstancias las “digitecas” o
“virtualtecas” serán de lo más ordinario, y el hipertexto estará disponible no
solo en tabletas, TVs.; sino que tales espacios surgirán como locaciones
regulares y especializadas no solo en los campus universitarios de lectura sino
en “cybertecas” abiertas; específicas para un público lector e investigador.
Contrariamente en cambio el hipertexto o texto de la era digital « (…), nos
ubica en una disyuntiva (…) respecto de la tecnología de las redes, (…) si el
formato del texto virtual con las
posturas y análisis consabido por todos destronará (…) al texto como lo
conocemos hoy, (…). Ojeda, E. (2016: p. 469-493).
Esta
preocupación es sin duda cierta una inquietud presente en investigadores y
casas editoriales; pero quizá no tanto en las generaciones que han crecido y se
están levantando con el boom y desarrollo de la era digital.
Pero a su vez el
hipertexto se nos presenta como un texto demasiado enriquecido, quiero decir,
con abrumadoras conexiones relacionadas o intertextualidad explícita resaltadas
a la vista del lector. Marín, M. (Opus.
cit. p. 128). Ello surge como una desventaja para el lector con riesgo de
perderse en la Web si no concentra su atención; pero de afinidad textual
relativa abundante y coadyuvante; provechosa de exploración, conocimiento
subsidiario ineludible para el investigador o lector ocasional más allá de su
interés focal.
4.
El texto escrito
naturaleza, clasificación y definición
En el presente
apartado parecería lógico comenzar por precisar y deslindar los vocablos de libro y de texto desde una perspectiva pedagógica. En este sentido haremos, en
principio, una integración de las tres primeras definiciones contenidas en el
glosario de la RAE respecto de ellas. Nos ocuparemos entonces del primero de estos
dos sustantivos; esto es, del libro para
luego centrarnos en la definición de texto.
Así tenemos que,
libro, como vocablo definido según
el citado léxico de la RAE proviene del latín Liber, libri. m. Su significado es, conjunto de muchas hojas de
papel encuadernadas, que pueden constituir una unidad, o de extensión
suficiente para conforman un volumen como
obra científica, literaria; códigos y leyes que pueden aparecer impresas en
otro soporte; esto es, material dígito-virtual, como partes principales de una
obra. (Opus. cit.)
A su vez el DEL,
luego de convenir con las conceptualizaciones dadas por la RAE referidas tanto
del libro como la de texto, sintetizadas según anunciáramos
supra; introduce de manera directa el concepto de libro electrónico o “e-book”,
como aquel dispositivo informático de dimensiones propias para lecturas
virtuales o electrónicas. (Opus. cit)
Lo anterior nos
confirma la tendencia que le espera al libro tradicional concebido como tal en
físico, por lo que no abundaremos sobre ello.
4.1.
Naturaleza unívoca
de texto y libro
En relación a la
naturaleza o índole de las voces de este epígrafe, las mismas dependen del
conjunto, orden y disposición de su estructura tanto por sus elementos físicos
propios que los constituyen, como: soporte,
formato, portador, paratextos…;
sin importar su carácter y misma materialidad a veces como distintivo externo del
texto o libro académico propio; pero de peculiaridades y temáticas distintas
contenidas en ambos objetos.
4.2.
Definición de texto
En cuanto a la
específica palabra texto en
ocasiones su concepto se percibe con cierta ambigüedad por parte de los lectores
académicos en formación, al tomar por igual texto y libro. Obviando el sinónimo,
dicha confusión necesita ser precisada en beneficio de estos como por el
interés didáctico de este ensayo. De forma que la definición de texto o ‘libro texto’, a nuestro modo de ver, es atribuible en exclusividad
a la cátedra como material de enseñanza, textos
concebidos y editados con énfasis especial en contenidos específicos propios
para tal fin; es decir, como materia concreta de una determinada área didáctica
diferenciándolos de las obras en las que se inscribe el género literario por su
clasificación y funcionalidad estético expresiva plástica.
De manera que
desde otra óptica, el objeto identificado o confundido por libro fuera del ámbito antes precisado no comparte el calificativo
de texto. Aquel otro comprendería,
como se ha aclarado, al género literario. Ello por las características,
atributos únicos específicos que distinguen a esa clase de escritos, también.
Pero por otra
parte en academias exclusivas y determinadas verbigracia las de música, un
escrito de tal especialidad sin duda correspondería a la clasificación de ‘libro de texto’ pues sus propiedades son
exclusivas de ese objeto preceptivo o académico así delimitado, descrito.
De otro lado
para la lingüística la expresión de texto
forma parte de una competencia cognitiva del lector, de su capacidad letrada o
enciclopédica para poder discernir, interpretar un determinado escrito; es
decir, para que su intérprete le dé la coherencia necesaria.
A su vez una
definición de texto depende,
asimismo, de su cohesión interna inherente como unidad de comunicación sin
precariedad de ella, de sus elementos gramaticales que enlazan cláusulas y
períodos de manera justa; por el contenido y cometido de su funcionalidad así
como por el objetivo perseguido respecto de los temas pedagógicos insertados en
él. Por defecto, el catedrático suple las posibles carencias de estilo en estas
obras así como las del aprendiz. Aspecto este de ilación o conexión no
necesario en las composiciones de género literario. Vistos así los hechos,
acotados al mundo académico, lo expresado sería un acto de reconocimiento
cultural en el que prevalece un saber previo del tema por parte del educando;
pero al mismo tiempo nos permite asignar una clasificación a una composición
específica, estudio o temática tratado, es decir, ubicarla en su género correspondiente.
Pero asimismo hallamos textos de variedad
discursiva y clasificatoria,
(…) como argumentativos (por ejemplo, un ensayo, un discurso
político, la defensa del abogado (…), textos publicitarios, entre otros), y
también se reconoce que existe argumentación en otros géneros (en un artículo científico o en los textos didácticos,
por ejemplo). (Serrano de Moreno, S., y Villalobos, J. (2006: p. 43).
Todo ello como resultado
exigido, necesario del tipo de comunicación expresiva escrita producto del subjetivismo
socio-cultural y desarrollo cognitivo del ser humano. En esa lista clasificatoria
encontramos: «El texto expositivo, el texto
descriptivo, el texto argumentativo, el texto
narrativo [y] el texto dialógico.» OCÉANO (Ed.) (MMVII: Vol.
5. p. 21)
En este orden de
ideas, pero ahora en cuanto a un compendio de la definición de texto, igualmente seguiremos la misma
metodología aplicada en la conceptualización realizada para libro, en el
sentido de extraer y comprimir las acepciones de la RAE evitando la dispersión
cerebral.
Entonces, de
acuerdo a lo expresado, el texto se
nos presenta como todo lo que se dice o enuncia ya sea oral o escrito, pasaje
citado o conjunto coherente de estos; proverbios sagrados y todo contenido de
obra manuscrita o impresa con distinción de los elementos paratextuales
exteriores. (RAE, Opus. cit). Luego,
incluso, un párrafo o parágrafo de una obra literaria conformaría, asimismo, un
texto, pero solo hasta allí; nuestro criterio nos exime de incluirlo en el
concepto de lo que se ha dado en designar texto
o libro texto.
Ahora bien,
respecto del origen de la palabra texto
este se asimila a la trama paralela natural de una urdimbre. En tal sentido la
escritura como arte conlleva una “confección”, un hilar o textorio (ria)
perteneciente o relativo al arte de tejer (RAE, Opus. cit). De tal forma, el escritor confecciona o teje un escrito,
un textum o entramado literal que, de
acuerdo con su acabado, puede llegar a convertirse en una hilvanada filigrana
producto de la “aguja” de quien, sintagmáticamente, haya tejido los “encajes”
que lo constituyan.
Entonces para
finalizar y enfatizar este apartado, la pragmática de ese textum depende de una competencia cognitiva especial por parte del
autor; pero asimismo de una literacidad particular del lector para su
entendimiento o coherencia final.
4.3.
Clasificación del texto
La gran variedad
de los tipos de textos se ha venido
ampliando con el desarrollo cultural, como consecuencia del descubrimiento de la
imprenta; comprendido el grado de evolución alcanzado con las tecnologías más
recientes en la que este ha adquirido su propia madurez “genética” modificatoria
de adaptabilidad a los tiempos transitados, desde su aparición hasta llegar a un
punto de acabado casi que definitivo en lo físico manipulable para trascender a
la propia utilización en la virtualidad.
En párrafos
anteriores nos hemos referido en forma exclusiva al objeto libro como tal pues a
ello pareció necesario aludir dada su arcaica aparición e importancia, como
medio de necesidad comunicativa creado por el hombre; aunque su concepto no
deja de presentar un dejo de ambigüedad misma algo que ya hemos clarificado. No
obstante el libro en sí mismo, aparecido como objeto y función, también determinada,
presenta características que lo definen y lo particularizan del texto como tal, expuestas con
anterioridad en el desarrollo de esta investigación.
Pero asimismo “Los
criterios entrecruzados entre función y trama” según Marín, M. (MMVI: p.175);
permiten, desde una óptica pedagógica, establecer una clasificación práctica.
En este sentido según Kauffman, A. M., y Rodríguez, M. E., citados por ella, establecen
a ese respecto lo siguiente:
[…] los textos se configuran de distintas maneras
para manifestar las mismas funciones del lenguaje o los mismos contenidos. (…) El
texto es el tapiz: combina distintos recursos de la lengua, combina distintas
clases de oraciones, selecciona clases de palabras, privilegia determinadas
relaciones sintácticas, etc., para transmitir distintas intencionalidades. Marín,
M. (MMVI: 176)
De forma que
según podemos apreciar, se está en presencia del lenguaje como sistema en el que
intervienen distintos elementos: fónicos, morfológicos, léxicos o sintagmáticos
para actuar de forma sinérgica en una estructura gramatical específica,
especial en que el género literario domina e impone determinadas
particularidades retóricas en su autor, y asume con determinado propósito, estético
o eferente del cual se colige un texto
fenomenológico en el sentido husserliano de la “intencionalidad” a partir de
esa perspectiva filosófica de ‘ser conciencia de algo’. (Opus. cit. p. 204). Esto es, del acto comunicativo como tal
vehiculado por el texto, de las
‘vivencias intencionales’ (Opus. cit.
p. 204) del escritor.
De manera que
retomando el hilo de la cita aludida atrás la autora nos muestra cómo las
(…) funciones del lenguaje: informativa o referencial, emotiva
o expresiva, poética o literaria, apelativa o conativa se entrecruzan con las
tramas: Narrativa, Argumentativa, Descriptiva, conversacional. Marín, M. (MMVI:
176)
Para originar
todo un mosaico textual. Así que
como conclusión de este apartado, nos acogemos a la proposición de la autora
arriba señalada relativa a la ordenación clasificatoria definitiva de los
textos: Textos narrativos: novelas, cuentos, biografías…; Textos
argumentativos: estudios científicos, ensayos, informes…; Textos descriptivos: estudios
sobre procesos…; Textos conversacionales: teatro e incluimos a los Textos académicos
musicales[7]. Marín, M.
(MMVI: 176)
Si bien Marín no
plasma en su lista al texto
expositivo explícitamente, como tal incluido, sí, por Océano Editorial; dicho
subgénero lo ubicamos en los escritos inherentes a los de la oratoria
argumentativa.
Por otra parte,
la ligazón entre función y trama va más allá de nuestra percepción. Requiere de una atención y especial cuidado
para asumir una clasificación definitiva del texto por el entramado lingüístico
que produce la intención del autor; pero que no obstante en un tipo de texto
nos encontramos con incrustaciones variadas de diferentes géneros existentes en
algún pasaje o apartado de un escrito particular[8].
5. Conclusiones
Queremos
precisar algunos puntos a manera de colofón sobre la tesis a acá expuesta:
a.
El hombre se preocupa por trascender su condición
particular cuando le aviene la conciencia de su destino como ente.
b.
Algunos seres humanos presentan un dilema
existencial irresoluto, el cual se corresponde con posturas filosóficas e
ideológicas subsumidas en su contexto histórico-social, presentes en su
estructura cognitiva y heredadas de este último; pero también de valores
posibles de ser modificados en el tiempo de acuerdo a su libre arbitrio.
c.
El hombre estructura y desarrolla su potencial
cognición a partir de una lectura de la naturaleza que le rodea.
d.
Los conceptos de información y datos no son unívocos
en definición.
e.
El hombre tiende a perder la capacidad motriz de la
escritura manual por efecto en los adelantos tecnológicos.
f.
Las nuevas tecnologías desplazarán a los
tradicionales soportes, formatos y portadores en papel como hoy se les conoce,
por motivos ecológicos; pero sobre todo por el uso generalizado de estas.
g.
Finalmente, el texto es
producto y desarrollo ulterior de una síntesis social subsumida en la subjetividad
cognitiva del ser humano al pasar de una relación social oral a otra de
subjetividad textual de competencia cognitiva.
Notas
[1] Licenciado en Administración Comercial por la Universidad Central de
Venezuela (UCV), Caracas, 1987. Estudios de postgrado en Lectura y Escritura
(inconclusos), Universidad de Los Andes, Mérida, 2013. Se ha desempeño en la
docencia media y universitaria de manera simultánea en el Instituto
Universitario de Educación Especializada (IUNE); y en el Liceo Bolivariano La
Azulita, Municipio Andrés Bello, Mérida/Venezuela (código postal 5102). (dirección.lbla@gmail.com). Ejerció
profesionalmente en el Ministerio de Finanzas (Superintendencia de Bancos y
Otras Instituciones Financieras - SUDEBAN), como en la
empresa privada.
[1] Preferimos evitar los verbos
copulativos “Ser” y “Estar”, de forma que la semántica de lo allí tratado
explicite mejor la significación de lo que queremos expresar para así eludir las
anfibologías que dichos vocablos producen. (N del A)
[2] Queremos
englobar con esa palabra a esos primeros elementos comunicacionales, que van
desde el estadio salvaje pasando por la barbarie, esclavitud y feudalismo;
hasta la aparición del papel tal y como hoy se le conoce con la invención de la
imprenta. (N del A).
[3] Para una mayor profundización sobre el
tema, véase a Beléndez, A. (2009). Holografía:
ciencia, arte y tecnología. En: Rev. Bras.
Ensino Fís. vol.31 no.1, 1602-12, São Paulo Apr. 2009. Disponible: http://dx.doi.org/10.1590/S1806-11172009000100011
[4] Sostenemos diferenciar la semántica
entre Información y datos en beneficio de la claridad en
las investigaciones futuras de las ciencias sociales, en las que se consideren
dichos vocablos como premisas básicas. (N del A).
[5] La idea es destacar y emparentar este
concepto con el asunto de fondo tratado inicialmente en la discusión sobre el soporte, en razón de su contenido como información asumida por investigadores;
y que nosotros denominaremos datos: signos
y símbolos desconocidos e incrustados en soportes
naturales al instante de su descubrimiento, que hemos dado en llamar soportes “rustitrogloditas”. (N del A).
[6] Se asume dejar
por fuera los sistemas escriturales sígnicos rustitrogloditas por razones
anacrónicas, pues tales sistemas han pasado a ser solo objetos pasivos en interés
de las ciencias arqueológicas. (N del A).
[7] Según nuestro criterio y tesis
expuesta agruparíamos tal clasificación así: Libros de narrativa, textos académicos argumentativos,
textos académicos descriptivos, libros de teatro o dialógicos; y textos
académicos musicales.
[8] Para una mayor abundancia informativa
véase: Marín, M. (MMVI). 6. Los textos: tipología. Competencias pedagógicas
para el docente del siglo XXI. En LA
ENSEÑANZA DE LA LENGUA, Tomo V, (pp. 171-204). México, D.F.: LAROUSSE
biblioteca Didáctica.
Referencias bibliográficas
Arias, F. (1975). Recopilación de datos.
En: Introducción a la técnica de
investigación en ciencias de la administración y del comportamiento, (1ª
Reimpresión). México: Editorial Trillas, S. A.
Beléndez, A. (2009). Holografía: ciencia, arte y tecnología
(Holography: science, art and technology). En: Rev. Bras. Ensino Fís. 31. N°.
1, 1602-16. São Paulo apr. 2009. Disponible:
http://dx.doi.org/10.1590/S1806-11172009000100011 [Consulta: 2017, abril 28]
Borges, J. L. (2005). X Prólogo a una edición
de las poesías completas de Evaristo Carriego. En: Jorge Luis Borges obras completas (I). Barcelona, España: RBA ─
Instituto Cervantes. Coleccionables, S.A.
Bufalo, E. Del. (2007). La genealogía de la subjetividad (2ª ed.).
Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, C. A.
Carretero,
M. (MMVI). El niño salvaje en medio del debate sobre el conocimiento. En: Competencias pedagógicas para el
docente del siglo XXI. El
Aprendizaje. Psicología cognitiva, tomo III. México,
D. F: Larousse biblioteca didáctica.
García
Santiago, L. (2006). Las memorias
holográficas como nuevo soporte de documentos audiovisuales. 20. N°. 41.
ISSN 0187-358X Disponible: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-358X2006000200007 [Consulta:
2017, abril 18]
Guzmán
Brito, A. (2002). "Sujeto" como término técnico en la ontología y la
lógica de la antigüedad. Los orígenes de la noción de sujeto de derecho. En: Revista de estudios histórico-jurídicos.
Disponible: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-54552002002400007&lng=en&nrm=iso&tlng=en [Consulta:
2017, febrero 3]
Holopoesía.
(2015, 19 de octubre). Wikipedia, La enciclopedia libre. Disponible: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Holopoes%C3%ADa&oldid=85938370 [Consulta: 22:50, abril 26, 2017]
Ingenieros,
J. (2003). Los hombres sin personalidad. El
Hombre mediocre, (10ª reimpresión). Bogotá: Edición especial para Global
Ediciones, S.A. Caracas.
Kac,
E. (1983). Holopoesía. Disponible: https://es.wikipedia.org/wiki/Holopoes%C3%ADa [Consulta: 2017, abril 28]
Konntz,
H & O’Donnell, C. (1970). La formulación de políticas. Curso de administración moderna, (3ª ed.). México: Libros McGraw-Hill
de México, S.A., de C. V.
Larousse.
(2008). Diccionario enciclopédico (14ª
ed.). México: Larousse.
Manguel,
A. (2015). 1. El lector como viajero. La lectura como reconocimiento del mundo
(p.ˢ/ᶰ). En: El viajero, la torre y la larva.
El lector como metáfora, (1ª ed., elect.). México, D.F: Fondo de cultura económica.
Disponible: https://books.google.com/books?isbn=6071625106 [Consulta: 2017, febrero 05]
Marín,
M. (MMVI). 4. Los textos. Soportes, portadores y formato. En: Competencias pedagógicas para el docente del
siglo XXI. La
Enseñanza de la Lengua. Lingüística
y enseñanza de la lengua, tomo V. México,
D. F: Larousse biblioteca
Didáctica.
Mora,
J. (2000). Diccionario de Filosofía abreviado, (23ª ed.). Buenos Aires: Edit. Suramericana.
Murdick,
R. & Ross, J. (1975). III Información, toma de decisiones y ciencia
administrativa. 9 Datos, información y comunicación. Significado de la
información y de los datos, (2da.
Impresión). En: Sistemas de información basados en computadoras para la administración
moderna. México: Editorial
Diana.
OCÉANO.
(Ed.). (MMVII). Expresión escrita, 5.
Barcelona, España.
Ojeda,
E. (2016). Una aproximación crítica sobre la estética y la temática poética. En:
Pensamiento al margen, (N° 5), p. 469-493.
Disponible: http://hdl.handle.net/10201/51557 [Consulta: 2017, marzo 09].
Real
Academia Española. (2001). Diccionario de
la lengua española (22ª ed.). Madrid: Espasa.
Reverdy, P. (1977). El cubismo, poesía plástica.
En: Escritos para una poética. Caracas:
Monte Ávila Editores, C. A.
Serrano de Moreno, S., y Villalobos, J.
(2006). El discurso argumentativo. Características estructurales. La argumentación discursiva escrita. Teoría
y práctica. Mérida, Venezuela: Codepre. Universidad de Los Andes,
Vicerrectorado Académico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario