lunes, 8 de junio de 2015

CAMBIO DE EXTREMIDADES






Siempre tuve la ligera sensación, que no solamente mi elemento natural era tierra, si no también aire.
La primera vez que hice uso de este último casi pierdo mis
encañonadas y metamorfoseadas extremidades.
Luego de una estrepitosa caída a edad temprana con mi primer cuerpo, sin la certidumbre de lo que sobrevendría del fatal; pero a la vez afortunado hecho noté que mi condición biológica se aceleraba sobremanera, así que opté por usar, en lo sucesivo, camisas manga larga.
Por fortuna vivía en un ambiente rural en el que pude, lejos de los míos, realizar las prácticas suficientes y necesarias pues estos ya notaban un cambio extraño en toda mi morfología. De manera que tuve la necesidad de la experimentación prematura nada agradable; mas con una real sensación de etéreo vuelo, pero de aterrizajes fortuitos e inescrupulosos como toda cría de plumaje intrascendente, que emprende su primer despegue sin aire en los huesos o ¿en los pulmones?
Mi primera planeación, in extenso, ya con notoria experiencia no acreditada, la hice orillando un acantilado en el que podía extasiarme al ver lujosas mansiones circundadas por magníficos céspedes y jardines, que exornaban el impreciso borde de la sima bajo la envergadura de mis novísimas alas.
Otro día me desplacé por la principal autopista de la capital por sobre la ristra de enésimos vehículos apacibles y quejumbrosos; en otra de mis salidas estuve revoloteando por encima de una callejuela de la plantación de un bananal, cuyo verdor irrigaba el iris de mis ojos ahora de ave experimentada.

La pasible liviandad de andar por los aires era de una sensación anfibológica indescriptible de lejanía indecisa.    



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BODAS DE ORO

BODAS DE ORO

Soy de ti, tú eres de mí así