África nos dio la vida como origen de un tronco
común. Con ella, la variedad de razas esparcidas
sobre este globo garzo,
residencia peregrina de todas sus estirpes.
África,
la más humilde de las mujeres del planeta, violada en lo más abismal de su ser,
aherrojada a galeras, bergantines y bajeles; sometida por “razas superiores”,
“donó” la mano de obra soporte preceptivo del mercantilismo encomendero usufructuario
de almas desvalidas, renta presupuestaria, rédito pecaminoso beneficiario de un absolutismo; esquilmo de seres considerados semovientes, plus rédito en las
ciudades europeas ostensible de bolsas mercantiles.
Mi
prosa dolorida canta el ultraje a la dama de matiz ecuatorial sobre los imponderables
del despojo humano. Rastreros hechos de una época sostenible en el tiempo
sobrevenidos en un vasto continente, cuyos frutos se reflejan allende los piélagos
en los guarismos abultados de pizarras electrónicas modernas, vigentes, de antiguos países monárquicos coloniales e imperiales.
Cuerpos famélicos espectros de miradas vagas,
fantasmales figuras absorben la savia ilusoria de la progenitora
exangüe, confiscada por los vientres mercantiles mercenarios de la hembra llamada África, de sus esquimadores deletéreos.
exangüe, confiscada por los vientres mercantiles mercenarios de la hembra llamada África, de sus esquimadores deletéreos.
Eliéser Wilian
Ojeda Montiel
Derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario