domingo, 25 de noviembre de 2018

LA PALABRA





efecto alquimia

¿Qué sería del ser humano sin la palabra?, o, mejor ¿qué sería
del animal bípedo sin la articulación de la palabra hablada? A partir de qué momento nos convertimos en seres racionales y cómo la palabra hizo la diferencia entre ello y lo irracional, fue sin duda un hecho como atributo que el hombre fue adquiriendo como avatar en el devenir del tiempo desde el momento en que, como peculiar especie, se irguiera en erecta posición sobre el resto de los seres vivos vislumbrando el horizonte y con ello obtener una perspectiva del ambiente que le rodeaba; suceso que sin duda impactaría en su masa encefálica y cognición.
En virtud de tal cualidad atributiva de este espécimen, de reconocer un valor en las cosas de su entorno del quehacer de su día a día asignándoles una identificación de reconocimiento inmediato Palabra de necesidad perentoria de su existencia vital, para en lo sucesivo pronunciarlas adquiriendo así la facultad de hablar de donde se originara, forzosamente, un referente y un referido para expresar relación y conocimiento inmediato o futuro; es evidente que ello conduciría a esta especie, de forma indefectible, a la condición de otro ser: el de humano y su consecuente “humanización” en lo sucesivo.
Por otro lado la Palabra como derivación del griego parabolé es la representación gráfica de la Palabra escritura: aunque como repetición inútil y viciosa tautología—; ella significa comparación, imagen alegórica de donde se deduce esa relación prístina de lo referente y lo referido que este ser, ya en vías de humanización y gracias a esa especial característica que le distinguirá de manera sempiterna, le llevará a la trascendencia y la deificación como constructor de mundos imaginarios a través de la Palabra Escrita.
De tal suerte y gracias a la Palabra Escrita, este ser ya humanizado, enfatizo, gracias a la adquisición de tal competencia cognitiva ya alcanzada y estructurada en su cerebro, discutirá a los dioses su bienaventuranza y se divinizará; podrá edificar mundos fantásticos a su antojo y sin límite ninguno.

EWO, Montiel
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BODAS DE ORO

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Soy de ti, tú eres de mí así