Eres hijo de un
hombre y una mujer.
Sus corazones en
un momento especial.
Tal vez por
casualidad en un baile,
En un tropiezo
inadvertido o
Producto de una
mirada furtiva
Haciendo estremecer
sus corazones.
Pero… ¿eres hijo
de los que valoran
A esos dos seres
preciosos?
¿A esas dos
almas, que se desviven
O lo han dado
todo por ti
Para que
trasciendas más allá
De lo que ellos
no pudieron?, o
¿Eres huérfano
que pertenece
A la crianza del
amor y cuidado
Que has recibido
de otros?
Como quiera que
ello fuere
Tienes el deber
de amar y honrar
A quienes te han
llevado a ser
Lo que hoy eres.
Si no has seguido
Sus consejos, no
ha sido sus culpas.
En todo caso,
tienes una deuda con ellos
De la cual nunca
te has de desligar.
Tan solo el
amor, respeto y consideración
Para con ellos
es el mejor altar
Para galardonar
lo que representan para ti.
Para los que nos
consideramos hijos,
Para ellos que
te valoran como lo que eres;
Nunca levantes
tu mano contra tus progenitores
Pues entonces no
debes ser considerado como tal,
Sino como un
paria, un ruin y desarraigado
Ser del que no
se debe esperar recibir o
Dar amor; mucho
menos quien no debe
Esperar le echen
la bendición, o
Le echen donde
no debe estar.
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