Pensamiento al margen. Revista digital. Nº5, 2016. ISSN 2386-609
http://www.pensamientoalmargen.com
1 Una
aproximación crítica sobre la estética y la temática poética
Eliéser
Wilian Ojeda Montiel[1]
Resumen
Este ensayo tiene como objetivo fundamental la
estética y la temática poética. Sin embargo, asumimos el primero de estos como
el eje central del poeta bajo la
premisa de que el tema tratado en sus creaciones,
no incide en el logro de tal cualidad o valor en la poesía. Así que nos valemos
para ello de deducciones epistémicas según las fuentes consultadas considerando
las diversas tendencias de dicha expresión artística, de sus elementos o medios
de composición.
Por otra parte, reflexionamos a partir de aspectos
fenomenológicos eidéticos y subjetivos para establecer como principal
conclusión, esta: el concepto de estética sufre de una percepción unívoca de
significación generalizada como consecuencia de las capacidades cognitivas del
lector, y de sus gustos por este tipo de arte.
Palabras
claves: Eidético, Epistémica, Estética, Fenomenológico, Temática
Poética.
Abstract
This
essay's main purpose is aesthetic and poetic themes. However, we assume the
first of these as the central axis of the poet under the premise that the topic
in his creations, does not affect the achievement of such quality or value in poetry.
So we use for this epistemic deductions according to the sources, considering
the various tendencies of this artistic expression, its elements or means of
composition.
On
the other hand, reflect from eidetic and subjective to set as main conclusion
phenomenological aspects, this: the concept of aesthetics suffers from a unique
perception of widespread significance because of the cognitive abilities of the
reader and their taste for this kind of art.
Keywords: Eidetic, Epistemic, Aesthetics,
Phenomenological, Theme Poetics.
El conocimiento es una
aventura incierta
Que conlleva en
sí misma y permanentemente
El riesgo de ilusión y de error.
Edgar Morín
La
voz en el texto escrito
Nos permite sobresalir de entre las copas
De
la humanal selva de la ignorancia.
Eliéser Wilian
Ojeda Montiel
Introducción
La estética y la temática como elementos
fundamentales del quehacer poético constituyen un todo dentro del estudio de
dicho género, no solo del Ars Poético propiamente dicho sino de
las artes en general; pero asimismo de la teoría fundamental y filosófica del
arte.
El esteticismo, como apreciación de
percepción de la beldad en poesía, más que la temática poética, ha sido una preocupación
permanente del compositor de este género versificados o no. La rima, el metro y
el ritmo en la lírica, esto es, en la poesía tradicional; comprenden, sin lugar
a dudas, componentes esenciales por esa inquietud de lo bello.
Los poetas, en su búsqueda
incansable e insaciable por lo sublime, han venido divergiendo en el
transcurrir del tiempo de sus elementos compositivos, deviniendo en estilos
particulares o tendencias para marcar separación, dentro de su tipo original respecto
de lo convencional; perfilando así su hacer escritural e historicidad en la
expresión por su arte.
El vanguardismo poético, cuya
característica fundamental se refleja en la inconformidad de su origen mismo salido
del reduccionismo a la que se encontraba sometida la poesía tradicional, por las
ataduras de un férreo “reglamentismo” clásico y neoclásico; ha logrado
transformar y desarrollar (¿o hallar?) elementos compositivos novedosos para sus
propias obras, y en el que el simbolismo se ha convertido en la mejor
herramienta para la ocupación del poeta e imponer creaciones tan sui géneris,
como su misma tendencia, a través de sus versos blancos, libres o sueltos.
El vanguardismo literario ha tenido
sus mejores cultores en su género, quienes
han sabido cristalizar esa misteriosa búsqueda de la estética a través de
sobresalientes representantes para imponer otra visión del hacer poético. Pero…
¿ha llegado hasta allí la forma de escribir poesía? Y esa nueva corriente, ¿comprimirá,
ahora, el acontecer clásico poético?
Por otro lado, desde la perspectiva
del tema o materia que atañe al versificar como elemento de composición, desde
nuestro pensar; juzgamos que la misma respecto al indagar de la belleza no
incide de manera particular para obtener esa cualidad, causa de desvelo de
todas las artes, y, por consiguiente, del arte poético por igual.
A su vez, la tesis objeto de esta
especulación (estética y temática de la poesía) como parte del imaginario cultural
académico y epistemológico; creemos reviste la atención no solo como afán
particular de nuestra parte sino del interés general como un pensar “elitesco”,
y del que la academia, cada vez más, hace denodados esfuerzos encaminados al
logro y apropiación de este tipo de discurso por parte de quienes ingresan a
estudios superiores; de una herramienta cognitiva de la que forma parte lo que hoy
se da por llamar “literacidad” académica[1].
Por otra parte, este ensayo surge
como un interés particular del autor como cultivador de un género por el que
siente especial predilección; pero también como una forma lúdica del pensar
especulativo, de ese cogito particular del ser humano por las humanidades.
En consecuencia, el presente estudio
concibe un análisis con pretensiones de elucidar sobre las cuestiones atinentes
al Ars poético sin llegar a
conclusiones rígidas. El mismo aborda su estudio conformado por cuatro
apartados.
El primero de ellos cuyo subtítulo
lleva por nombre Consideraciones
generales, aborda una conceptualización de la poesía. Valora algunas
categorías filosóficas para luego adentrarse en ese especial lenguaje referente
a dichas composiciones, en lo específico sobre las vanguardias poéticas con
pretensiones de alcanzar, de esta manera, la estética en sus poemas.
Seguidamente entramos a considerar De la estética en el poema. En este
apartado se remarca la importancia del lenguaje en la búsqueda por lo sublime y
artístico poético; pero ya desde la disposición textual de las palabras, de su
carácter anfibológico, figurativo…; reflexionando en la inventiva del poeta, en
su originalidad e imaginariedad de artista, de su característico logos.
Luego entramos a la consideración De la temática poética. Esta sección
contiene una introducción breve al punto en cuestión, que resalta a nuestro
modo de ver la amplitud de la materia atinente al quehacer poético, enmarcada
en dos apropiadas subdivisiones contenidas en un encabezado denominado Exteriorismo e interiorismo como temas de la poesía.
Según se apreciará en su avance,
deslindaremos dichas categorías que ocupan al compositor de versos en los que
se encuentran implícitos los sentidos, tanto como la abstracción fenomenológica-eidética,
asunto de esa labor intelectual. Incluso, referenciamos en dichos parágrafos la
historicidad de la poesía.
Por último, dejamos La didáctica como tema de la poesía; tratamiento especial del que la
actividad magisterial debería rescatar de la corriente Conductista.
Consideraciones generales
La
poesía se puede considerar como un persistente arado sobre un yermo papel, en
ese desierto de dunas ambiguas transita la poesía. La misma capta una alma sola
que divaga en el éter a la caza de una mente que la abrigue, anide para
expresar el universo interno del hombre[2] (el pathos); manifestar el exteriorismo que la circunda con su interiorismo transfigurándolo desde un punto de vista dialéctico (el ethos), resaltar las cualidades del
objeto sea este físico, o, abstracto-fenomenológico-eidético (ειδητικóς) a partir de una perspectiva
estético-plástica a los ojos del lector; pero también desde su otredad de
intuición e inmanencia de conciencia empírica y espiritual.
Mendoza
[et al]. (1999: p. 89), expresan la siguiente opinión al respecto, en su obra Literatura infantil y su didáctica:
Transmutar [la realidad] en poesía es, entonces,
asignarles a las palabras un valor personal, crearlas de nuevo, pronunciarlas
por primera vez, nombrar uno mismo su experiencia en el mundo, en vez de
asignarles la denominación estereotipada que figura en un catálogo que está a
disposición de todos[3].
De
lo que prevalece, si se quiere, ocurre desde un tipo de enunciación que
trascienda al propio poeta dentro de su particular alteridad. Que la realidad
captada o fenomenológica-eidética (ειδητικóς) cobre
una singular naturaleza de vivencia virtual exaltada en su ánimo (el pathos); fraccione su comprometida y
copista alocución formalista para arribar a un tipo de discurso surrealista, solo
posible desde la teoría fundamental y filosófica del arte.
A
su vez, la poesía no pertenece a nadie, pero concierne a todos. No se sujeta a nadie,
copula con todos, pero quien la posea lo arrullará en su espíritu sin poder
arrogársela.
En
este sentido el poeta labra, cultiva sus versos en un estéril folio para luego producir
un hermoso romance o un poema blanco, libre y suelto sin sujeción a rima ni a
metro fijo determinado sin poder apropiárselo. Al hilvanarlo, componerlo ya no
le pertenece; ingresa a la historicidad patrimonial universal. Es el precio exigido
por el Creador a los poetas por darles esa forma blanca o libre; ritmo
filosófico de cada bardo o de su rima clásica según su gusto particular. Él es el
Prístino poeta, de Él proviene toda la sublimidad, dulzura, sensibilidad (el pathos), encanto. Todo el lirismo, todo
el vanguardismo poético como avanzada de renovación se flirtea con la inquieta mente
del poeta, y, en general, con todos los productores de arte. Él enseña a
“pescar” en la otredad poética, en la alteridad espiritual del bardo.
La
poesía, el Ars poética, se torna irreverente pues se vale del
intelecto (el ethos) del aedo para luego abandonarlo y cumplir su cometido,
es decir; “cuando el libro atrapa a un determinado lector éste se regodea en la
lectura del texto y produce el hecho estético”. Así lo dio a entender Borges, citado por Gil. H. (2008: p. 54), en
su estudio titulado Poética narrativa
de Jorge Luis Borges, en la oportunidad en que el insigne polígrafo
argentino se refiriera al libro en los siguientes términos:
Un
libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan
el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a
sus símbolos. Ocurre entonces la emoción singular (el pathos) [itálicas
añadidas] llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifra ni la
psicología ni la retórica (Borges O.C. IV: 449).
Por
otra parte, la poesía desdice de su creador. Ella entra en comunión con su
lector quien en la recepción del poema la internaliza, le sirve de mediador
hacia una posible otredad en su eferencia estético-perceptiva del texto producto
de su subjetividad[4]
(el pathos). virtual.
Pero además, «la poesía está en el comercio del poema con el lector», […], y en la […] «modificación
física que suscita cada lectura»[2]: la epifanía de la beldad en cada lector.[3]
Además, el poeta transfigura la realidad desde su exquisita retórica
verbal de otredad inmaterial, a través del Logos (λόyоς) adquirido del
Verbo. Es la más bella, expresiva forma o mejor; el blanco canal utilizado por
el Altísimo para mostrar una de las tantas beldades a la humanidad de su discurrir
cuando el hombre eleva su espíritu.
Jesús fue el primero, más grande y Único poeta
predilecto del Creador. Sus versos eran blancos, libres e intrincados, pero de
una carga filosófica y ritmo interno coherente de armonía y exquisita lógica Divina.
Mas esa blanca, entretejida filigrana conductora de perfección, delicadeza utilizada
por la Providencia, produce lindezas enrevesadas en los poetas; entresijos
literarios. Pero no por ello dejan de ser tales: natural inescrutabilidad del
Señor en muchas de sus cosas. El infinito universo condice de ello; mas integra
un infinito poema de ritmo coherente que toca desentrañar a los poetas de la “ciencia”
como parecieran hacerlo.
Pero
la poesía persigue la eternidad y el hombre se inmortaliza con ella. Él le
insufla al logos (λόyоς) toda la subjetividad, toda la
estética, toda la “plasticidad” (poesía vanguardista), así como toda la
fenomenología, mejor dicho, toda la inmanencia de la conciencia, o sea, el eidetismo
(ειδητικóς) producto
de su evolución cognitiva. Así, las palabras alzan vuelo cargadas unas; de
rítmica coherencia, otras; de filosóficas y lógicas expresiones de contenido plástico[5]; pero lógica dialéctica
para quedar vagando en el espacio etéreo hasta producir la beldad en la
recepción del poema.
De
la estética en el poema
Bajo
tal razonamiento supra no podemos olvidar la propiedad de la “belleza” implícita
en toda nuestra argumentación, la de lo “sublime”.
Para
una exacta precisión de estos referentes y sus significados, la consulta del
diccionario de La Real Academia Española (LARAE). (2001), se hace indispensable:
Sublime. (Del lat. sublimis). Adj. (…) Se dice especialmente de las
concepciones mentales y de las producciones literarias y artísticas o de lo que
en ellas tiene por caracteres distintivos grandeza y sencillez admirables. (p.1426).
Belleza (De bello) artística. f. La que se produce de modo cabal y conforme a los principios
estéticos, por imitación de la naturaleza o por intuición del espíritu. (p.
207).
De
lo que se trata, luego, nos viene por el interés en el sentido de las frases o
expresiones retóricas; de la significación figurativa y anfibológica de las
palabras, de su denotación, diversidad de ideas en las composiciones literarias.
De manera particular en el tema de la poética como “insumo” de su producción así
como de su estética entre los objetivos centrales de este ensayo.
Lo
anterior resulta interesante, grandioso: elocuencia y disposición apropiada de
las palabras para dirigir la atención del lector, el sentido e interpretación acorde
a su capacidad imaginativo-cognitiva (capacidad letrada); a su marco mental
para deleitarlo y conmoverlo.
Respecto
de lo señalado en el párrafo anterior, citaremos el juicio muy acertado expresado
por el filósofo venezolano García, J. (1967: p. 102). Nos referimos por lo que
atañe al carácter especulativo del hombre en su producción artístico literaria:
Lo simplemente artístico adopta una
disposición original, invento de los hombres, que jamás se hallará en las cosas
naturales, ni próxima ni remotamente. Así no hay una cosa natural que esté
formada por figuras geométricas, por recortes de objetos, como lo están ciertas
obras de Picasso o de la escuela cubista; en cambio un cuadro de Diego Rivera,
cualquier cuadro clásico de Rafael, de Velázquez, Fra. Angélico, presenta
objetos naturales, fácilmente recognoscibles, sólo que afinados,
idealizados, pulidos.
Entonces,
todo lo que conviene al discurrir filosófico del hombre, a su inventiva no solo
de lo literario sino de la expresión artística como tal, tiene un carácter
original; sostengo, lo novedoso en su origen prístino, la “imaginariedad” del
artista y, en nuestro caso, del escritor. Una
oratoria “utópico real” de alteridad virtual y caprichosa de su ser, de su
intelecto humano (las itálicas me pertenecen).
De
la temática poética
Ahora bien, cuál es el tema de la poesía, el asunto o
materia de lo que ella se ocupa. Respecto de esta diremos de lo infinito de
ello si se quiere. Depende de las vivencias reales e imaginarias del poeta así
como del contexto o de su entorno experiencial, de ese particular Dasein del quehacer de cada ser que lo
obliga a situarse, a permanecer, de ‘ser-ahí’ y ‘estar-ahí’ por sus motivos
preferenciales; pero asimismo de la capacidad del bardo para transfigurar el
objeto de sus propósitos, es decir, en una particular dialéctica de otredad al
filosofar con una lógica per se y
hacerla sublimar hasta la quintaescencia, a veces ininteligible por la sutileza
de su tesis ¿acaso aporías? (ὰлоρíα).
Porque precisa decirlo, hay poetas con una poesía alquitaranada,
destilada, purificada. Según el género que ocupe su mente y en el cual se
desenvuelva el poeta; pero además de su cultura letrada, entonces proviene su
estilo único y particular, su marca de
fábrica (las itálicas me pertenecen) para convertir su escrito en una
belleza incomprensible pues según el género puede caerse en antítesis; mas, en
sí misma, ella, tal vez, comporte una síntesis por cuanto un poeta de alguna
manera resume o sintetiza el predicado del tema con sus tropos y retórica
propia.
Exteriorismo
e interiorismo como temas de la poesía
Conviene acá hacer una aclaración obligada respecto de
las palabras de este subtítulo, tomadas en préstamo de Méndez, J. (1994: p. 47),
exteriorismo e interiorismo, de las
cuales nos apropiaremos para sus elucubraciones.
Como
formas sustantivadas podrían dar a entender escuela o movimiento literario, aun
cuando en honor a la verdad no conozcamos ni escuela ni movimiento de tal
naturaleza, por lo que nos acogeremos al uso de ellas para nuestro propósito, y
porque a nuestro parecer permiten una clasificación sobre los temas o asuntos
de la poesía bajo tales designaciones. Pero además porque la materia tratada en
el poema, deviene de las llamadas imágenes literarias captadas por los diversos
sentidos (el pathos) del ser humano en su contexto de vida así como de su
abstracción fenomenológica (el ethos).
De forma tal que dichos títulos aglutinan, de acuerdo a nuestra visión crítica,
toda la gama de temas que pueda estar en la imaginariedad del poeta y que desee
acometer.
Estos
elementos gramaticales (exteriorismo e
interiorismo), sin duda nos ayudará a objetivar una realidad determinada y
a cosificar otras de carácter impreciso. Tal pareja de expresiones resultan,
por sí mismas, en una temática poética: permitir a esta clase de escritores
seleccionar un específico asunto sobre el cual elevar su pensamiento al asumirlas
como una gran cuenca en el que discurren, de maneta finita, elementos divergentes.
Exteriorismo
En
principio detengámonos a elucidar respecto de este sustantivo: exteriorismo. Según el diccionario de
LARAE el sufijo “-ismo” da a entender, en principio, doctrinas pasando por el
de sistemas, escuelas o movimientos como asimismo actitudes entre otras
significaciones.
Al
hablar de exteriorismo como razón de
la poesía nos referimos al tipo de contenido utilizado por un poeta en sus
composiciones en todas sus variantes: rimas, poesía en prosa y prosa poética.
Todos
coincidirán en el hecho general de la literatura poética en el empleo de esas
dos expresiones: exteriorismo e
interiorismo como una “actitud” o postura ante las experiencias particulares
representadas en hechos sociales, subjetivismo así como eidetismo propio de
cada ser englobadas en las categorías ya expresadas como fuente abundante para
la creación poética.
Para
el caso de la corriente vanguardista, observamos en su poética un empleo algo prolijo
en el uso de la temática social y de denuncia de tipo exteriorista así como de categorías fenomenológicas en mi opinión;
vale decir, objetiva el tema desde el punto de vista de prolongar los hechos
delatados en el tiempo, a través de sus escritos en los casos sociales a manera
de registro histórico.
Se
trata, pues, desde nuestra óptica, un manifiesto acusatorio participante de
elementos de la crónica literaria para asegurar así, una historicidad en versos.
Pero además, no negaría estar en presencia de una poesía prosa. Este comprende
el caso de la poética del nicaragüense Ernesto
Cardenal.
He
acá una de sus obras más emblemáticas con profusión de tales elementos, a
nuestro criterio, citado por la Editorial Santillana. (1999: p. 55):
Salmo 30
En ti
Señor confío /no sea jamás confundido /Me libraste de la mafia de los gangsters
/En tus manos encomiendo mi espíritu /Tú me has libertado oh Señor /Dios de la
verdad /Tú aborreces a los seguidores de vanos ídolos /y a los seguidores de
consignas /pero yo sólo espero en ti Señor /No me entregaste a su Policía
Secreta /Tú me libraste del campo de concentración /Ten piedad de mí Señor
porque estoy en tribulación /Mientras ellos están en fiesta /están brindando /lloramos
en la noche /en la casa saqueada /(..)
Según
podemos apreciar, la poesía para el religioso nicaragüense debe describir un
suceso, dejar testimonio e historia. El acontecer para Cardenal no debe
borrarse de la memoria del pueblo ni del mundo, quiero decir hacer recordatorio.
Así, esa evocación quedará perenne en el sólo relato plasmado por el poeta
sobre los hechos acontecidos sin mayor aspaviento de afectación, a no ser por lo
místico con una manera sencilla en la forma de expresar los sucesos
experimentados sin transfiguración alguna de las imágenes percibidas del
exterior. De ese modo sin sublimar los sucesos lo esencial permanece indemne, y
la internalización del hecho para el lector quedaría garantizada. La misma
simboliza una poética más racionalista que interiorista;
pero con mucha más carga de exteriorismo,
de trivialidad, si se quiere ver de esta manera.
Por
otro lado, y retomando el punto destacado más arriba, la poesía de vanguardia
contentiva de tales temas refleja un hecho social, contribuye y complementa la
historia conocida por todos, la historia primera, la de los hechos o sucesos;
pero utiliza la versificación narrativista, quizá, con una finalidad “didáctica”.
Así
mismo, según hemos afirmado, la poesía exteriorista hace uso de la narración
por cuanto plasma y hace entendible lo expresado, pues denota una realidad con
poca o casi nula transfiguración de sus elementos perceptibles al lector, bajo
un manto de subjetividad sin entresijos; pero con poco refinamiento en la
retórica utilizada. Permite, asimismo, destacar el hecho por sí solo para
resaltar las vivencias acentuando la significación del evento no solo para el
poeta sino, además, para el lector también, para la sociedad en general, y, en
especial; para su feligresía toda.
Mas
sin embargo, ya lo habíamos señalado inicialmente. Un poeta no puede hacer
total abstracción de su yo interno pues haría únicamente historia e
incorporaría sólo racionalismo en su producción, lo cual sería entendible bajo
las reglas del Clasicismo cuya poética era muy rígida. De forma que lo brotado
de Cardenal es del más puro sentimiento y sufrimiento de tal Dasein experiencial.
De
otra parte, Méndez. J. (1994), citado más arriba sobre el tema en cuestión,
expresa:
(…) que
el poeta-sacerdote nicaragüense postulaba como columna vertebral teórica del
exteriorismo: elaboración de una poesía creada con imágenes del mundo exterior,
caracterizada además por cierto sentido narrativo, y por la utilización de
referencias culturales ajenas a lo entendido por la “tradición” como
poetizable. (p. 47)[6]
Bien
pudiéramos encontrarnos ante la presencia de un poema del género místico; pero
no con la carga sublimatoria manifestada por San Juan de la Cruz o Juan de
Yepes Álvarez[7]
y Teresa de Ávila. La de estos se fundamentaba en un sobrecargado lirismo y
rima espiritual más elevada en cuanto a la comunión con Dios, la de Cardenal
consistía en una poesía de lo cotidiano según como lo queramos asumir. Quizá
una poesía de la “Teología de la Liberación”, un poema marxista, un poema sobre
la denuncia vivida en esos momentos por su pueblo. Predicaba, en verdad, el
clérigo y poeta nicaragüense con sus versos, una Noche oscura (del alma)
para decirlo con palabras del místico del siglo XVI. Pero el ascético del
renacimiento español predecía, más bien, una noche de bienaventuranza. La de
Cardenal presagiaba, en todo caso; aflicción, pesadumbre, desventura…
Asimismo,
la poesía exteriorista relata un hecho fáctico que afecta al componente social
y, por consecuencia, por fuerza; abulta la historia por los acontecimientos
como consecuencia de su registro en el poema en cuanto a los eventos acaecidos,
se consolida en los anales de la Historia. Se dispone así, en el tiempo, de esa
forma de versificar como fuente documental.
Bien
podríamos concluir diciendo, que la poesía de Cardenal prefigura una poesía a
posteriori en oposición a una poesía puramente de imaginariedad caracterizada esta
última por su instantaneidad al acto mismo de la creación; vale decir,
apriorística.
Así
de esta manera y en gran medida, el vanguardismo logra con el exteriorismo el target de su obra; pero que, por otra parte ─repetimos─ su interiorismo no lo abandona. Diría con esto
último: ello se convierte en una modulación[8] para su creación.
Esta
clase de poetas, entonces, en sus audacias versificadas no soslayan del todo la
subjetividad. La misma se comporta como se ha afirmado antes, en una entonación
sobre lo escrito; mas sin que esto último pierda su carácter cuestionador y
contestatario cuando de temas sociopolíticos se trata pues ello predomina como
un manifiesto, un delato por sobre todas las cosas.
Por
lo demás y a propósito; el vanguardismo en la poesía tiene un carácter irreverente
frente a la poética tradicional al dejar de lado elementos clásicos como: rima,
lirismo, métrica, ritmo; pero sobre todo no condice, menos aún, de ciertas normas
gramaticales como son los signos de puntuación. Lo hace para dejar en libertad
al lector en su esfuerzo por la recepción semántica del poema que tiene frente
así, vale decir; lo implica en la develación de un escrito totalmente plástico,
surrealista; caleidoscópico de inconexión sintáctica en apariencia, ¿quizá
aporético?, lo que no encierra la poética del clérigo nicaragüense por cuanto
su composición actúa como una fuente cristalina en la que sacia la sed toda su
feligresía, ya que su logos por su condición de tal así se lo exigía.
A
nuestro juicio y discernir simplificando entonces todo este argumentar, el
vanguardismo versifica de cualquier hecho, cosa o elemento que le conmueva en particular
epifenómenos, abstracciones fenomenológicas…; incluso lo más trivial.
Siguiendo
con el mismo género, observamos composiciones ya no de temas sociopolíticos únicamente,
sino de versificaciones convertidas en un collage
de palabras o frases fuera de sintaxis regular, e inconexas en apariencia. Pero
con lo dicho en este párrafo no debemos tener ideas infundadas, sólo mantener
siempre presente “la intención del autor”, el ejemplo nos lo da el poeta
francés Eugène Grindel mejor conocido como Paul Éluard (1895-1952), y de
algunos de sus poemas surrealistas reseñado por la página Web Atlas de Poesía, en Éluard y Gala Dalí.
Veamos
esta muestra en una de sus excelentes producciones poéticas:
A
media noche
Se abren
puertas se descubren ventanas/ Un fuego se enciende y me deslumbra/ Todo se
decide encuentro/ Criaturas que yo no he deseado/ […] He aquí el mar y barcos sobre mesas de juego/
Un hombre libre otro hombre libre y es el mismo/ Animales exaltados ante el miedo con máscara
de barro […]
En
la versificación de Éluard los elementos exteriores utilizados como temas de su
producción no conforman, con propiedad, una poética de tipo social; queremos
significar no reflejan un problema masificado. Aunque en una composición de su
estilo, como en el caso expuesto, o cualquiera sea el género adoptado por el poeta;
lirismo puro o de vanguardia surrealista-plástica como la de él podemos conseguir
una mixtura especial en el uso de temas asociados con el exteriorismo e interiorismo;
pero matizados por su espíritu particular, su yo interior por cuanto de no
actuar así su otredad de poeta se vería limitado en toda su creación. En fin de
cuentas, utiliza la “técnica” del collage
en la producción propia de estos poetas.
Con lo expuesto hasta acá damos a entender la
participación necesaria de ambas temáticas de inspiración en la versificación
y, si no, observemos esta hermosa rima de Luis Gonzaga Urbina (1864-1934)
citado por Rublúo, L. (1991: p. 217), cargada con profusión de componentes interioristas; pródigo abigarramiento
de subjetividad así como de elementos propios exteriores naturales; pero sin contenido social alguno como lo hemos
visto en la poética de Cardenal. Sin embargo, al final son componentes exteriores carentes de una interacción social.
De no lograrse de este modo, ¿a qué o a quién le cantaría un poeta?: insistimos
en esto último.
He aquí el
poema:
Metamorfosis
Era un cautivo beso
enamorado de una mano de nieve que tenía la apariencia de un lirio desmayado y el
palpitar de un ave en agonía/ Y sucedió que un día aquella mano suave/de
palidez de cirio/ de languidez de lirio/ de palpitar de ave/ se acercó tanto a la
prisión del beso/ que ya no pudo más el pobre preso y se escapó/ mas, con
voluble giro/ huyó la mano hasta el confín lejano/y el beso, que volaba tras la
mano/ rompiendo el aire, se volvió suspiro.
Según
dejamos conjeturar supra, dicho poema contiene una carga de abigarrado lirismo,
de una subjetividad arrolladora, de toda esa pasión de un poeta romántico
extraordinario.
Ahora
bien, podemos asegurar si el poema propuesto ¿conforma historia? Para retomar
este aspecto como parte de los argumentos expuestos más atrás, nos explicamos ¿refleja
alguna ordinariez social?, o, ¿evidencia algún hecho histórico?, vale decir, hace
denuncia; y por ese sólo hecho ¿debe integrarse a la Historia? En nuestro
criterio produce historia; diremos que amplía la historiografía de la poética
en su conjunto como tal.
Interiorismo
Intentemos
ahora realizar una aproximación dialéctica respecto de este punto en
contraposición al de exteriorismo. Pero
antes recordemos haber tocado el término “a posteriori” cuando nos referimos a Cardenal
en relación con la presentación de uno de sus poemas, para significar con ello una
producción dimanada desde efecto a la causa; es decir, producto de un empirismo
de su ser.
Por el contrario, la creación poética interiorista o intimista se torna
repentina al acto creador, y, en consecuencia, estaríamos en presencia de una
acción apriorística de naturaleza imaginativo-especulativa, nos avendríamos en
confirmarla como eidética (ειδητικóς) o
de realidad fenomenológica cuando de composiciones abstractas se trata; pero
sin desdecir en absoluto del poeta proclive a los temas emotivos de la vida
familiar o íntima, ya que a nuestro
entender condicen de la misma naturaleza subjetiva en la obra de un poeta. Parecería,
entonces, encontrarnos en una paradoja, o, ¿con juicio aporético?; mas la
poesía abstracta se muestra como más alambicada o ¿heterodoxa? En nuestra
opinión ambas se adhieren de la misma índole. No obstante, lo íntimo no parece totalmente
subjetivo pues se ve afectado por los sucesos o eventos sociales. En
consecuencia, bajo qué modalidad clasificaríamos, ahora, los versos productos
de la subjetividad (?)
Además,
y así las cosas, para el caso de la poesía abstracta convenimos en afirmar su
inclusión, asimismo, en la Historia; en esa historia particular del arte de la
poética. Pero creeríamos rondar una historia más destilada en cuanto a la creación especular de las vanguardias y de su
aborrecimiento por lo tradicional en este arte, asumiéndola como un acto
quimérico del espíritu. Tal vez estas composiciones las ubicaríamos dentro de
un tipo de acto filosófico en que el aedo transige en una alteridad virtual y
caleidoscópica, corolario de su obra lo que para el clérigo nicaragüense no es
compartido, no es poetizable[9].
En
relación a los elementos interioristas, en la poesía, desestimados por Cardenal.
Méndez, J. (1999). Lo expresa así, parafraseando al clérigo:
(…) así
como los venezolanos, y específicamente Rojas Guardia, hablaban sobre el
esencialismo y su proyecto “de abolir la historia” en el poema, Cardenal se
refería a la “poesía interiorista” como aquella que se distanciaba de las
concreciones de lo histórico y se basaba en el uso de “palabras abstractas o
simbólicas[10].
En
este orden de ideas el clérigo apuntaba hacia una creación surrealista en
esencia; a una poética con abundantes elementos de plástica, de poesía cubista
sin duda alguna.
A
todo esto deseamos hacer una aclaratoria respecto de la Historia. Una cosa conforma
tal ciencia como sucesos o hechos político-sociales del quehacer más
significativo del hombre, propio de sus registros como evolución social del
devenir humano, y otra la discusión del tema concerniente a la poesía objeto,
del subtítulo de este ensayo, lo poetizable o no. Pero el hombre, por el solo
hecho de constituirse en un “suceso histórico” toda su producción pasa de la
imaginariedad a la certeza de su historicidad. Luego, según nuestra cosmovisión,
todo lo que merezca cantarse y permanecer en la historia particular de la
poesía debe exaltarlo el espíritu del poeta, versificarlo y plasmarlo según su
parecer. Por eso “El ser humano no se convierte en un ser histórico por lo que
hace sino por el modo cómo lo hace”[11]. Solo radica en una
cuestión de gusto, adherencia e interés a lo que más se avenga.
Sobre
la cita de Méndez, J. (1999), supra; interesa, acá, verter el criterio
expresado por el insigne poeta chileno Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda
reseñado por Vélez, G. (2006: p. 145), a una respuesta dada por el ínclito vate
a solicitud de justificar la necesidad de un poema. Esto expresó sobre su
temática:
Mire
compañero, hacerle preguntas de ese tipo a un poeta es como preguntarle la edad
a las mujeres. La poesía no es una materia estática, sino una corriente fluida
que muchas veces se escapa de las manos del propio creador. Su materia prima
está hecha de elementos que son y al mismo tiempo no son, de cosas existentes e
inexistentes
Entonces,
según se puede apreciar y de acuerdo a lo expresado por el escritor chileno, la
poesía fluye como el río heraclitano, su discurrir nunca se amoldará a lo
estático. Su referencia apuntaba a elementos sobre los asuntos concernientes a
la sustancia y sazón utilizados por una determinada corriente cualesquiera de
la poesía; pero sobremanera se hallará signada a la “devenencia” de lo que
marque el plus progreso del hombre. Dichos medios pueden conformar lo real
(exterior u objetivo), o interior (surrealista, subjetivo, abstracto); pero, en
todo caso, cosificados por el poeta.
Por
cierto, y retomando el contenido de la Historia me permitiré insertar lo
señalado por Castañón. A. (2001: p. 147), en su obra La otra poética del surrealismo a manera de reafirmar la historicidad
del hecho poético sin importar la corriente a la que se avenga el poeta en un
momento cualesquiera de su producción.
Veamos:
Por eso
la necesidad de la poesía sólo se comprende en función de su significado último
que la vincula con la verdad –y la hace verdad−, que la relaciona con la
historia –y la hace historia−, que la arraiga en la sociedad y la hace social.
Esa
necesidad mencionada por Castañón, a nuestro modo entender todo este debate
sólo implica la fatalidad del hombre de dejar escuchar su voz interior, de la
verdad de la otredad de su ser, de la certeza íntima de su yo interior expresada
en el testimonio de su devenir histórico particular para quedar plasmado en el
tiempo: engrosar la cronicidad del escritor-poeta con una enunciación de gran
habilidad y finura.
Continuando
la ilación del discurso y para ratificar lo expresado más atrás respecto de ese
surrealismo poético, veamos una de esas poéticas imaginarias y caleidoscópicas
como la del cubano Lezama, J. (1910-1976), citada por Cobos, J. (2001: p. 168),
en la revista Actual:
Ah, que tú escapes
Ah, que tú
escapes en el instante /en el que ya habías alcanzado tu definición mejor. /Ah,
mi amiga, que tú no quieras creer /las preguntas de esa estrella recién cortada,
/Que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga. /Ah, si pudiera ser cierto
que a la hora del baño, /cuando en una misma agua discursiva /se bañan el
inmóvil paisaje y los animales más finos: /antílopes, serpientes de pasos
breves, de pasos evaporados, /parecen entre sueños, sin ansias levantar /los
más extensos cabellos y el agua más recordada. /Ah, mi amiga, si en el puro
mármol de los adioses / hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar, /pues
el viento, el viento gracioso, /se extiende como un gato para dejarse definir.
Un
poema de este tipo en su primera lectura pudiera decepcionar al más avezado de
los lectores en los vericuetos interpretativos del arte poético. Aunque dicho
estudio solo supone un acercamiento sobre el título de este ensayo, haremos una
digresión, y procuraremos aventurarnos en nuestra mejor interpretación respecto
de tan magnífico poema. Así que Intentaremos un arrimo no sin antes, y, desde
luego, extender nuestra salvedad sobre los posibles yerros frente a dicha
elucidación respecto de otras tantas que pudiera haberse realizado, a sabiendas
de que algo así nunca presenta inferencias definitivas sobre un poema.
Solo
su autor y la crítica autorizada serían los indicados para ofrecernos la más
acertada interpretación a cerca del poema comentado. Lo haremos únicamente como
soporte al tratado sobre la historia de este tipo de poesía: reafirmar nuestro
parecer de que tales versificaciones, aun cuando no presentan una carga social
del tipo que pudiera conducirnos a una producción de categoría narrativista, como la de Cardenal; contribuya
a la solidez y al enriquecimiento de la poética apriorística en la que los
elementos caleidoscópicos trasmiten un velado y sentido significado de
alteridad en lo pasible del yo poético, elevación del espíritu para dar salida
a tan prístina composición.
Pero
retomando los citados versos del egregio poeta cubano respecto del refinamiento
de sus estrofas; diremos que en tal estado de exaltación y excelsitud el poeta
nos deja columbrar a una venus, que recibe el bautismo de unas aguas de
argentada cabellera que discurre exquisita y luminosa sobre la cúspide de la
beldad, entrecortándose; enceladas de otras tantas y sucesivas estrellas ulteriores
para luego unirse y purificar el prístino cuerpo e impedir su determinación.
Luego, el poeta ambiciona, en su imaginariedad, la locación y el lugar de las “especies
más finas”. Pero su deseo conlleva un dejo de sospecha de sensual gemido de otredad,
de observador de pasos breves, de pasos
evaporados de presencia encubierta; mas la marcha de la doncella permite
determinar finalmente su nívea, marmoleada hermosura de un ser de epifanía
poética. Por añadidura, y por demás significativo, se presenta el cierre
logrado por el poeta al obtener una increíble univocidad entre el inicio y el
final de su composición, respecto determinada “definición” de aquella increíble
criatura, prístino ser a través de tan insignes metáforas.
Ya
lo decía Reverdy, P. (1889-1960) en la recopilación de sus escritos realizada
por Monte Ávila Editores (1977: p. 81). Él, como uno de los precursores de la
poesía surrealista al referirse a ese efluvio inmanente del hombre, a esos
singulares seres que nos deleitan con sus aquilatados versos, sentenciaba:
El poeta, el espíritu del poeta es una
verdadera fábrica de imágenes, y como lo que nos interesa no es el empleo
utilitario y material que hace de las cosas, sino el modo como su espíritu las
aprehende y aquello en que es capaz de convertirlas ─es a él a quien queremos juzgar de acuerdo con el resultado de la
tal conversión─ y es él quien nos da
la sensación de un nuevo acuerdo entre nosotros y las cosas que, sin él, no
habríamos percibido.
La
lucidez y precisión de lo expuesto por el poeta francés no puede abarcar más
obviedad. Ese numen, esa materia sutil que sirve de soplo vital al espíritu del
bardo como fuerza transformadora de los objetos; pero que en un determinado escritor
de la corriente representada por el francés en cuestión, “preñado” de imágenes,
se desborda cual río sobre el extenso valle arrasándolo todo para luego dejarlo
reverdecer, mostrar las más exóticas flores; es lo que permite a tan excelsas
mentes sugerirnos lo que está velado y rodea nuestra trivial, des matizada vida;
pero que orlan con “nuevo rostro” disponiéndolos a quienes saben apreciar el
arte de la poética vanguardista.
La
didáctica como tema de la poesía
La
poética como recurso pedagógico, en la actividad magisterial, se convierte en
una herramienta si no imprescindible al menos complementaria del proceso
educativo, en especial en la enseñanza primaria y media como base para el
desarrollo cognitivo del educando.
Dado
que la docencia sirve a una ocupación que requiere de preceptores idóneos y motivadores,
ya que su fin último tiene como destino inculcar en el discípulo un conjunto de
ideas, principios y conocimientos; la pedagogía en los mencionados niveles
educativos debería contemplar un “mayor” énfasis en dicha programática.
La
introducción a la rima poética, a modo de estrategia de aprendizaje, además de
introducir al estudiante en una agradable lectura “musical” al oído en tanto se
le encamina en sus primeros conocimientos; le incentiva y sumerge en la
cotidianidad de la literacidad académica a la par de guiarle; despertarle el desarrollo
por la sensibilidad, la imaginación y la inteligencia creadora así como por el
gusto de este singular arte; por el placer exquisito de la belleza lírica.
A
todo esto, la corriente conductista supo sacar provecho de esa musicalidad
contenida en la rima en el aprendizaje de una mejor y mayor asimilación (quiero
significar memorización), afines a cualesquiera de los temas curriculares de
afecto particular del educando; pero en especial para la composición en sí y la
escritura depurada, la corrección ortográfica… Creo que muchos de nosotros
recordamos la estrofa sobre la cantidad de días contenidos en los meses de
manera pragmática para no olvidarlo.
Veamos
la afirmación referida a la argumentación arriba indicada expuesta en la Máster Biblioteca Práctica de Comunicación (MMVII:
p. 75):
Memorizar como los poetas
La
técnica de crear rimas puede emplearse para recordar datos, fechas…
También
se puede recurrir a frases hechas con gran cantidad de información.
Se trata
de frases como: «Las ostras se comen los meses que contienen R»,
«Treinta
días tiene septiembre, con abril, junio y noviembre», etc. Solo febrero es el
mocho porque trae veintiocho los demás traen treinta y uno. [Itálicas añadidas].
Las
rimas deben asociar todos los datos que se quieran memorizar, no hace falta ser
un gran poeta, sino que resulten sencillas, tengan sentido y sobre todo sean
fáciles de recordar.
Por
consiguiente, este último apartado lo tomamos acá como motivo de preocupación
respecto de la retórica discursiva del pensar poético; pero de manera
significativa para dejar constancia de esta propuesta relativa a la “rima” como
tema educativo, rescatable del lirismo poético con intenciones didácticas, que
en otros tiempos cumplió un papel preponderante en la enseñanza y pudiera
asimismo serlo de nuevo en la actividad magisterial. Porque…, cómo evitarle a
un poeta el gusto por ese estilo clásico donde la sensibilidad se convierte en
su mejor recurso como elemento de composición: por cierto, no conmoverse ante
los objetivos primordiales de la educación implica un nihilismo preceptivo como
herramienta básica para la estrategia del desarrollo cognitivo.
A manera de conclusión
El desarrollo
de las tres tesis analizadas en este estudio (estética, temática e historicidad),
en especial y muy particular en el de la estética o belleza; nos ubica en una
disyuntiva parecida al planteamiento actual surgido respecto de la tecnología
de las redes (Web), de si el formato del texto “virtual” con las posturas y
análisis consabido por todos destronará, o no, al texto como lo conocemos hoy.
Sin
embargo, bajo tal premisa y haciendo un paralelismo analógico con la aparición
de las vanguardias respecto del versificar tradicional en la búsqueda por una
estética entrambos géneros literarios, acá expuestos; nos lleva a las
siguientes consecuencias apuntadas más abajo, como figura de retórica abstracta,
fenomenológica y eidética.
De
forma que el concepto de estética sufre de una percepción “unívoca” de
significación generalizada, como derivación de las capacidades cognitivas del
lector y de sus gustos por este tipo de arte pues se trata del sujeto término, en
definitiva, quien objetiva el texto al darle una pragmática particular. Así que
la belleza, desde nuestra perspectiva no depende, en exclusividad, del poeta:
a. Creemos,
como derivación de lo antes inferido y aludiendo al paralelismo arriba señalado,
como parte de todo este corolario que la vanguardia en este tipo de arte,
aunado a la novedad de sus “medios” de composición, no desplazará del todo el
gusto por lo “clásico”.
b. Pensamos
así mismo, que la academia entre sus objetivos de enseñanza afianza el
conocimiento de este tipo de discurso; pero también en el de sus diferentes
variantes. No hacerlo sería ir contra la historicidad de un tipo particular de
retórica.
c. Como
corolario de ello, la sublimidad o belleza del poema está garantizada en los
criterios de enseñanza según dicha institución; pero así mismo en la desigual
percepción del imaginario popular ya que asumir una posición elitesca, desde la
perspectiva de la crítica literaria oficial, ello sería admitir un desaire de
mal gusto para algunos estratos sociales necesitados de nutrir su propio ego,
propia cognición innata de su condición.
d. A
nuestro modo de ver, en nada inciden los temas de la poesía para alcanzar la
sublimidad y esteticismo en este particular y distintivo arte.
e. Toda
poesía participa de elementos exteriores naturales y/o sociales así como de la
propia subjetividad del poeta, y de sus pensamientos fenomenológicos, eidéticos
o abstractos.
f. Concebimos
un interiorismo fenomenológico,
abstracto y eidético que entra en contradicción con un interiorismo subjetivo, pues este último es afectado por el
componente social de manera irrefutable, esto es; a sus sentidos. Lo que
conllevaría a una nueva clasificación de la producción poética desde el punto
de vista de la temática interiorista. Por tanto, proponemos una poesía desde
los sentidos y una poesía estrictamente fenomenológica, abstracta y eidética.
NOTAS
[1] Licenciado en Administración
Comercial, Universidad Central de Venezuela (UCV-Caracas, 1986), con estudios
de postgrado en Lectura y Escritura (no concluidos), Universidad de Los Andes, (Mérida,
2013). Sus últimos años los ha desempeñado en la docencia media y universitaria,
de manera simultánea en el Instituto Universitario de Educación Especializada
(IUNE, núcleo La Azulita), y en el Liceo Bolivariano La Azulita (liceobolivariano@yahoo.es) en el Municipio Andrés Bello del Estado Mérida
(código postal 5102). Su profesión la ejerció en la empresa privada así como en
el organismo público Superintendencia de Bancos y Otras Instituciones
Financieras (SUDEBAN), organismo técnico dependiente del Ministerio de Finanzas.
__________________________________________________________________________________________________
[1] Para una profundización sobre este tema véase
Católica del Norte, Fundación Universitaria. Pioneros en educación virtual.
(2011), en línea.
[2] Quiero dar a
entender con ello a la subjetividad, a ese estado de exaltación del yo del
artista. Sublimación que le permite poner a disposición del lector su capacidad
estético-creativa así como perceptiva de imágenes literarias y eidéticas,
excitando de tal modo el ánimo del receptor hacia el texto poético. (Nota del Autor).
[3] Sin duda los autores se refieren al recurso
retórico de los diversos tropos surgidos espontáneamente en el proceso
escritural; de la capacidad de creación de epifanías neológicas, de las
anfibologías que dan ambigüedad y realce a un poema… (Nota del Autor).
[4] Con ello quiero enfatizar esa alteración que
produce en el espíritu del lector un determinado escrito. Ese goce estético,
esa sensibilidad en apreciar la belleza del arte. En fin, esa alteridad que
produce el texto poético. (Nota del Autor).
[5] Me refiero a la poesía vanguardista o cubista.
Para ahondar sobre este género poético puede consultarse a Monte Ávila Editores
(1977). El cubismo, Poesía Plástica en: Pierre Reverdy. Escritos Para una Poética. Caracas: Monte Ávila Editores C.A. 1977,
p. 41.
[7] Barrientos, A. y Rodríguez, J. (Introduccs.). Lira Mística. pp. 162-163. (5ta. Ed.).
Madrid, 2006: Editorial de Espiritualidad.
[11] Merino, J. (1987). Ciencia, filosofía y existencia. [Libro en Línea]. p. 178. Consulta: 2016, junio 13. Ediciones
encuentro, Madrid. https://books.google.co.ve/books?id=glEaLrfGwaEC&pg=PA178&dq
Referencias bibliográficas
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[Consulta: 2016, Julio, 07].
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