Me va del alma el espíritu
En las esclusas de tus ojos
El Espíritu Santo se extiende
Sobre el tálamo
Tu cuerpo marmoleado
En confundida envoltura
Se entrega al ascetismo inconsciente
La dilatada oquedad del espacio etéreo
Presenta sus alfanjes filosos
Resguardan tu onírico universo
En apaciguado viaje sedentario
Yo observo convulso
Tu mundo fantástico
La utopía revestida
En la oclusión de tus ojos
Abiertos en solitario a las quimeras
Del vano mundo de niña inerme
Vagando entre hadas y castillos
De cenicienta, sedientos entre lobos,
De tu venusino cuerpo
Mis manchados celos
En la oquedad de tu inconsciencia
Sucumben en la vigilia
Repentina de mi sueño vaporoso
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