Con el llanto de tus perlas nacaradas
Al arpegio de sus notas delirantes
Y una luna reclamando en tu ventana.
Con la flora y la mañana granadina
Los rubores de tu rostro se aceleran
Al susurro de unas aguas diamantinas
Y las flores derramadas de un vergel.
Con el canto de una alondra que te implora
Que me abras la ventana dulce amor,
Y las nubes cabalgando entre los juncos
Al sonrojo de una flora en tu redil;
Arrójome al regazo de tu pecho
Al compás de mis manos peregrinas
Para hundirme entre las umbras de tu cuerpo
Al compás de tus latidos de potranca.
Si me arrastro a tus embrujos a mis anchas
Y regreso a tus colinas hermanadas
Tremulante de pasiones y delirios;
Voy al cielo y me devuelvo en frenesí.
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